CERRÓ LOS OJOS LA MADRE DE UN HEROE
Por: Joel Lachataignerais Popa
jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
Hace unos meses, cuando íbamos a rendirle tributo al aniversario de José Martí en la Plaza Martiana de Las Tunas, leí una carta escrita por Gerardo Hernández Nordelo, al niño tunero que mantiene relaciones amistosas con él: Andy estaba allí en el acto con su abuelita. Era una carta tierna, muy dulce, amorosa profundamente. Gerardo le habla al niño de su vida y le pregunta cosas diversas sobre Las Tunas. Recuerdo que le dice admirado que es un niño afortunado porque conoce muchas cosas de su ciudad y personas importantes: se refería –entre ellas- al arquitecto que construyó la Plaza Martiana de la hospitalaria ciudad oriental: Las Tunas, y agregaba con desenfado feliz, que tenía varios compromisos con el niño: venir a Las Tunas, conocerlo a él y a su familia, caminar las calles tuneras, conocer a sus amigos y estar en la Plaza Martiana… Hay un segmento de la carta tenue, dulce, pero recogedor: Gerardo le habla al niño de su madre. Le dice que él no la puede ver por la televisión con los demás, porque ella está enferma. Le explica dalladamente que su querida mamá hizo lo que pudo, pero ya llegó un momento en que, junto a su edad, la enfermedad, que le hizo perder parte de la memoria, impidió que pudiese estar junto a las demás. Cuando me enteré de su fallecimiento en el mediodía del 2 de noviembre, vino a mi mente esta carta hermosa, llena de cariño y de nostalgias, pero a la vez cargada de emotividad y del vigor heroico de los hombres virtuosos. Y tuve su rostro ante mí, tal como la foto que ilustra esta reseña. Sé que para Gerardo será muy triste y duro allí solo, lejos, por la distancia geográfica, pero cerca, por el amor y apoyo que todos, incluyendo al niño tunero Andy, - a nombre de todos los niños de Cuba – le ofrecemos, sobre todo en este minuto. Se cerraron los ojos de Carmen Nordelo Tejera, - la madre del Héroe - pero en su sueño largo y difícil, se abrirán los corazones y nacerán las rosas de algún amanecer, para que Gerardo Hernández Nordelo, - hoy encerrado por la injusticia cobarde mafiosa, vil -, vuelva a su cuna y la visite en su sitio definitivo para colocarle un beso de paz en la losa Patria. Entonces le dirá como Martí a su progenitora: “Mírame, madre, y por tu amor no llores:/Si esclavo de mi edad y de mis doctrinas, /Tu mártir corazón llené de espinas, / Piensa que nacen entre espinas flores”
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