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EDUCACION

La Universidad Cubana crece en Las Tunas

La Universidad Cubana crece en Las Tunas

 Prestos a subir escaños profesionales

 

 

Joel Lachataignerais Popa  jloppa@enet.cu     joecklouis@gmail.com

 Desde hace varias semanas centenares de trabajadores de los ocho municipios de la provincia de Las Tunas se preparan para concluir sus estudios. Se realizan en especialidades como Comunicación Social, Estudios Socioculturales, Economía, Derecho…

Cientos de trabajadores de todas las ramas económicas acuden a las sedes universitarias para formarse y alcanzar niveles adecuados para desarrollar sus actividades.

El plan comenzó hacia 2004, con la implementación de unidades universitarias en los municipios, con lo cual la enseñanza superior se acercó a los centros laborales, y de ese modo se ofrece a los trabajadores la posibilidad de cu8mplir el sueño de hacerse profesional de alto nivel.

Ya el curso concluye. Como a la joven de la foto, las campanas tocaron la gloria de coronar el sacrificio con el éxito. La luz de 1959 así lo quiso.

EN EL XXX ANIVERSARIO DEL IV DESTACAMENTO PEDAGOGICO MANUEL ASCUNCE DOMENECH DE LAS TUNAS

EN EL XXX  ANIVERSARIO DEL IV DESTACAMENTO PEDAGOGICO MANUEL ASCUNCE DOMENECH DE LAS TUNAS

 Por: Joel Lachataignerais Popa (jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com

 Fue un día de felicidad. Tal vez resultó para ellos como aquellos minutos en que llamados por la Revolución, desde la voz de Fidel Castro, acudían a convertirse en maestros, porque así lo necesitaba el país: fundidos en uno sólo una veintena de aquellos jóvenes que aquel año de 1980 en Las Tunas dieron vida al IV Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech, rememoraron el suceso, convocados por la Asociación de Pedagogos y la Sociedad Cultural José Martí.

Trajeron fotografías, estandartes, documentos, recortes de periódicos, banderitas, pullovers del típico uniforme y sobre todo memorias, vivas memorias y mucha alegría y vitalidad.

Allí escuchamos muchas anécdotas interesantes, sobre todo recogimos un ambiente que aún bulle en la sangre de estas personas, y  todas tienen por dentro cinco décadas de vida… pero todas dispuestas a vivir y seguir siendo eso: maestros.

Está aquella muchacha que jamás – como otros más -  pensó tomar en sus manos una tiza y un borrador… porque soñaba con ser periodista o diplomático: “un día vino Carlos Vega, (Carlín) aquél viejo luchador amigo de todos y se reunió con nosotros, me dijo: si tú dices que sí, habrá otros que te seguirán, tu vas a ver… y llegué a mi casa contándole a mi mamá que ya no sería ni periodista ni diplomático: sería maestra y sólo me respaldó mi abuelo, que siempre estuvo de acuerdo con mi proceder en todo”.

Otra  recordó que su pequeñez no le daba para ser – según ella – maestra, por la Unión de Jóvenes Comunistas le propusieron serlo, comprendió la necesidad y aceptó: ¡Que susto aquel día en que me paré por primera vez ante mis alumnos!¡¡¡Pero ellos eran mis propios maestros… aquellos que había dejado atrás años antes!!!!. Y mi mayor recuerdo fue que me escogieron para asistir al Congreso de la UJC, porque había sido la primera militante en aceptar incorporarme como maestra, aunque anhelaba ser lo que soy ahora: trabajadora de la radio”

“Mi papá me dijo: tú decidiste ahora debes graduarte. Actualmente es un orgullo mostrarle a la familia los resultados”

De pronto, entre aquellas voces femeninas, resaltó una jocosa, que dijo vibrantemente:

“A mí me engañaron. Estaba en mis anhelos intelectuales y me dijeron: Tú vas, te hace maestro y a los cinco años puedes cambiar de carrera. Eso no fue así, pero un día alguien se acordó y fue a verme, entonces le dije: Eso no se puede hacer, pero mira, si se pudiera te diría que no, porque ahora para mí no hay nada mejor que ser maestro”

Así cada cual contó su parte. Y apreciamos una media: Nadie está arrepentido. Por eso los organizadores, la Asociación de Pedagogos y la Sociedad Cultural José Martí, además de entregarles diplomas de reconocimiento, les propusieron desplegar sus recuerdos en pliegos de papel y entregarlos a esas organizaciones que crearán un movimiento denominado con palabras de Martí: Maestros ambulantes.

 

 

 

LAS LUCES DE MI FAROL

LAS LUCES DE MI FAROL Por: Joel Lachataignerais Popa
joecklouis@gmail.com

Para mi el primer día de la Campaña de Alfabetización fue el 21 de octubre de 1960, cuando en la Escuela Secundaria Básica ‘José Antonio Saco’, de mi ciudad natal, Bayamo, en la antigua provincia cubana de Oriente, se realizó la asamblea de estudiantes en la cual se dieron a conocer los primeros informes de tal propósito.
El patio de la escuela se colmó de toda aquella juventud alegre y emprendedor que se componía de algo más de trescientos muchachas y muchachos, de la sesión diurna y otro grupo similar del nocturno, casi todos miembros de la Asociación de Jóvenes Rebeles, a cuya dirección pertenecía entonces.
La doctora Rosa Esther Peña, del Ministerio de educación, venía con el propósito de exponer las ideas que se sustentaban en el discurso pronunciado un mes antes por el Comandante Fidel Castro Ruz en la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde anunció que Cuba erradicaría el analfabetismo en solo un año.
Desde entonces la Asociación de Jovenes Rebeldes se dedicó a promover la idea, organizar e inscribir a los que de modo voluntario declaraban su interés en acudir al lugar donde fuera necesario, desde las montañas y llanos hasta el mar, para cooperar a eliminar la incultura en el país.
A finales de enero de 1961 la fuerza sumaba 310 inscriptos.
El primer grupo partía hacia el entrenamiento en la playa de Varadero, Matanzas, el 15 de abril de 1961, coincidiendo con la invasión armada de Playa Girón – aquella que se denomina por los enemigos de la revolcuión como invasión de Bahía Cochino, la misma que originó que el 23 de diciembre de 1962, llegaran a Cuba barcos cargados de compotas a cambio de los mercenarios invasores - y la épica educativa comenzaba con gloria.
Teníamos un mártir, Conrado Benítez, el maestro voluntario que fue asesinado por los bandidos a sueldo de la Agencia Central de Inteligencia. Su muerte fue el acicate, el motor impulsor. Llevábamos un uniforme : camisa gris con ribetes verdeolivos en las mangas y pantalón verdeolivo; botas negras, boina verdeolivo y un farol que iluminaba, daba luces de esperanza...Teníamos también un himno, una marcha, más bien, escrita por Eduardo Saborit, un iluminado poeta y compositor de raiz tradicional cubana.

¡Cuba! ¡Cuba!
¡Estudio trabajo y Fusil!
¡Lápiz, cartilla, manual!
¡Alfabetizar!, ¡alfabetizar!
¡Venceremos!
‘Somos las brigada Conrado Benítez
Somos la vanguardia de la revolución,
Con el libro en alto, cumplimos nuestras metas:
Llevar a toda Cuba la alfabetización.
Por llanos y montañas el brigadista va,
Luchando por la Patria
Luchando por la paz:
¡Abajo imperialismo!
¡Arriba la verdad!
Llevamos con las letras,
La luz de la verdad.
¡Cuba! ¡Cuba!
¡Estudio trabajo y Fusil!
¡Lápiz, cartilla, manual!
¡Alfabetizar!, ¡alfabetizar!:
¡Venceremos!
Pero en Bayamo nosotros escribimos también el nuestro. Era una letra larga, en la cual comprometíamos nuestro honor por enseñar al campesino, al obrero y por acudir ante Fidel a expresar nuestro deber cumplido y pedir más para hacer.

Nosotros brigadistas
Que nos vamos a enseñar
Enseñar al campesino
Que no ha podido estudiar
Le llevamos la cartilla
La libreta y el manual
Y a todos los campesinos
Los vamos a enseñar...
Tal era el entusiasmo. Con esas canciones fuimos hasta Varadero.
El 5 de mayo, con otros 59 muchachos emprendía la parte que me correspondía en aquella batalla. Trabajaba como Jefe de Destacamento en la zona conocida por Hoyo de Pipa, en la región bayamesa de Guisa, en las estribaciones de la Sierra Maestra.
Juntos terminamos en diciembre la tarea. ¡Cuánta alegría fue apreciar como Francisco, Herenia, Manuela, Felipe y Virgen, leían y escribían sin dificultades!.
El 16 de diciembre es mi cumpleaños. Ese día llegaba a 17.
No olvidaré jamás cómo alzamos la bandera en el patio de la casa aquella donde viví aquellos meses. La alegría con que cantamos el Himno Nacional y luego la marcha hacia Bayamo, de donde salimos en tren al día siguiente hacia La Habana.
Ibamos en vagones techados con pencas de palma real. Comenzamos recorrer a Cuba por segunda vez. Bellezas hasta entonces nunca vistas ante nuestros ojos: aparecieron en Camagüey, Ciego de Avila, Santispíritus, Santa Clara, Matanzas; hasta que por fin comenzamos a tener frente nosotros la capital cubana.
El acto fue programado para el día 22 en la Plaza Cívica José Martí.
Y allí nos reunimos, como decía nuestro Himno, a rendir cuentas ante el promotor de aquella idea. Desfilamos. Coreábamos canciones y una consigna: ¡Fidel, Fidel, dinos qué otra cosa tenemos que hacer!
Fidel después de que se izara la gigantesca bandera que proclamaba al mundo el fin del analfabetismo en Cuba. Luego anunció el Plan de Becas y nos pidió seguir adelante como integrantes del proceso que estaba por iniciarse.
En la gran tribuna estaban los héroes: Raúl Castro, Juan Almeida, El Che Guevara, Armando Hart y otros combatientes admirados por todos. Numerosos invitados del mundo. Y también los destacados en la hazaña.
Abajo nosotros: los cien mil alfabetizadores.
La foto que ilustra este material, recrea una imagen que guardé en mi memoria con gratitud y cariño: Fidel y el Che, desde la tribuna saludándonos con entusiasmo
Aún percibo las luces de mi farol... andan por Venezuela, Bolivia, Europa, Asia...viaja el mundo.

AMELITA QUIERE SER...

AMELITA QUIERE SER... Por : Joel Lachataignerais Popa
joeklouis@gmail.com
Foto: Malena Mendoza Martínez

Amelita Francis García Mendoza, cuenta solamente 3 años y ya es todo el orgullo de su familia, la admiración de amigos, vecinos y atracción de otros, como yo.
La conocí en una visita a mi familia de Bayamo, capital de la provincia oriental cubana de Granma.
Es una pequeña de pelo castaño bien claro, casi amarillo, ojos vivos, de eso que cambian de color de un lado a otro, de hablar claro, preciso y seguido, ella está en constante movimiento y a la par de sus avatares infantiles, mostrando una proyección que llama la atención de todo en torno suyo.
Cuenta su mamá, Malena Mendoza Martínez, (una joven doctora en Ciencias de la Salud Animal), que desde hace dos años, su pequeña la tiene pensando muy bien en el futuro.
Me perece que el pensamiento está mas que justificado, pues Amelita, como le dicen padres y abuelo, amigos y vecinos, tiene la facultad de encontrarse a sí misma con una idea de las artes.
Ud. amigo lector me dirá que todo niño a esa edad hace cosas parecidas, pero en este caso está la particularidad de una niña que se proyecta y expresa una idea de esa perceptiva. En el baile, en el dibujo, en el canto.
Sus dibujos, trazados de todo niño de la edad, tienen títulos, y cuando canta las canciones que dedica mamá y a abuelita, llevan implícito un mensaje que define una idea espiritual.
Amelita es muy decidida, alega con sano apego, la cariñosa mamá, mientras sus ojos manifiestan un apoyo a las palabras.
Me muestra casi un centenar de dibujos que ha ido ‘archivando’ para mostrárselos a ella cuando crezca. Le hago notar que es casi seguro que recuerde algunas cosas sin necesidad de que le hagan mirar el pasado.
Mientras voy mirando casitas típicas de esas que cada niño pinta, con las paredes, puertas y ventanas y sin que se le olvide la lámpara colgada del techo y alguna que otra silla y una mesa servidas para comer...
Y en cada esquina, círculos y rayitas más alargadas con un punto final, representan lo que la niña misma define como ‘la firma’
Veo dibujos de paisajes, palmas, ríos, mariposas, y el clásico encuentro de rayas y círculos donde aparecen mamá, papá y todos los demás. Y le pregunto, me dice que no dibuja la escuela porque ella no va todavía.
Un diálogo con Amelita es una diversión entre el saber infantil, la pretendida experiencia del saber de los mayores, el recuerdo de la niñez ya perdida pero subyacente y la aspiración que todo padre, tío, tiene sobre los que vienen detrás.
Ella cuenta sus entornos y le agrega sus fantasías, como al decirme que ayer fuimos a jugar y dibujamos junto y mañana volveremos otra vez. Ya los niños no te cuentan el presente en pasado y el pasado en presente... no son los niños de mi época que decían: ‘Mañana fui a ver a mi abuelita’.
Esos tiempos – por lo menos en Cuba, (¡Ah! y Nicaragua y Bolivia y otras naciones más) - se quedaran atrás desde que los pocos viejos que no sabían leer ni escribir, aprendieron, para que los niños despues pudieran aprender mejor con ellos mismos.
No sabe todavía lo que ella será cuando ‘sea grande’, pero Mamá Malena en secreto me dice que ya ha manifestado ser como mamá y tía, una doctora.
Y hay una belleza en la pequeñez de Amelita que se percibe rondando la de su madre querida y eso también cimienta un porvenir que está escrito en las leyes del país y en el corazón de la familia.
Participó en un concurso de canto en El Piano Bar, establecimiento de recreo situado en el paseo central de la ciudad Monumento Nacional. Al terminar aquel certámen, el jurado determinó otorgarle el Primer Lugar.
El Carnaval de Bayamo 2008, convocó un concurso infantil y allí también estuvo el talento en ciernes de Amelita, para arrancarle a otra niña el primer lugar, también en canto.
Ganó otro premio en una convocatoria sobre lecturas de la Edad de Oro. El libro que recoge los volúmenes de la revista del mismo nombre, editada por José Martí hace algo más de un centenario.
Lo que tengo que contarles de Amelita no es poco. En los matutinos del trabajo de su mamita, ha dicho poemas de José Martí, el Héroe Nacional de Cuba y de América Latina.
Pero tanta riqueza en un cerebro de solo tres años, tiene, a parte de un sistema educacional que está diseñado para eso, la permanente constancia de la familia, fundamentalmente de mamá Malena, cuyo talento y decisión, brillan en cada trazo que Amelita realiza para decirnos:
- Mira este es el sol, esta es mami, este es papi... y este eres tú.