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LAS LUCES DE MI FAROL

LAS LUCES DE MI FAROL Por: Joel Lachataignerais Popa
joecklouis@gmail.com

Para mi el primer día de la Campaña de Alfabetización fue el 21 de octubre de 1960, cuando en la Escuela Secundaria Básica ‘José Antonio Saco’, de mi ciudad natal, Bayamo, en la antigua provincia cubana de Oriente, se realizó la asamblea de estudiantes en la cual se dieron a conocer los primeros informes de tal propósito.
El patio de la escuela se colmó de toda aquella juventud alegre y emprendedor que se componía de algo más de trescientos muchachas y muchachos, de la sesión diurna y otro grupo similar del nocturno, casi todos miembros de la Asociación de Jóvenes Rebeles, a cuya dirección pertenecía entonces.
La doctora Rosa Esther Peña, del Ministerio de educación, venía con el propósito de exponer las ideas que se sustentaban en el discurso pronunciado un mes antes por el Comandante Fidel Castro Ruz en la Organización de Naciones Unidas (ONU), donde anunció que Cuba erradicaría el analfabetismo en solo un año.
Desde entonces la Asociación de Jovenes Rebeldes se dedicó a promover la idea, organizar e inscribir a los que de modo voluntario declaraban su interés en acudir al lugar donde fuera necesario, desde las montañas y llanos hasta el mar, para cooperar a eliminar la incultura en el país.
A finales de enero de 1961 la fuerza sumaba 310 inscriptos.
El primer grupo partía hacia el entrenamiento en la playa de Varadero, Matanzas, el 15 de abril de 1961, coincidiendo con la invasión armada de Playa Girón – aquella que se denomina por los enemigos de la revolcuión como invasión de Bahía Cochino, la misma que originó que el 23 de diciembre de 1962, llegaran a Cuba barcos cargados de compotas a cambio de los mercenarios invasores - y la épica educativa comenzaba con gloria.
Teníamos un mártir, Conrado Benítez, el maestro voluntario que fue asesinado por los bandidos a sueldo de la Agencia Central de Inteligencia. Su muerte fue el acicate, el motor impulsor. Llevábamos un uniforme : camisa gris con ribetes verdeolivos en las mangas y pantalón verdeolivo; botas negras, boina verdeolivo y un farol que iluminaba, daba luces de esperanza...Teníamos también un himno, una marcha, más bien, escrita por Eduardo Saborit, un iluminado poeta y compositor de raiz tradicional cubana.

¡Cuba! ¡Cuba!
¡Estudio trabajo y Fusil!
¡Lápiz, cartilla, manual!
¡Alfabetizar!, ¡alfabetizar!
¡Venceremos!
‘Somos las brigada Conrado Benítez
Somos la vanguardia de la revolución,
Con el libro en alto, cumplimos nuestras metas:
Llevar a toda Cuba la alfabetización.
Por llanos y montañas el brigadista va,
Luchando por la Patria
Luchando por la paz:
¡Abajo imperialismo!
¡Arriba la verdad!
Llevamos con las letras,
La luz de la verdad.
¡Cuba! ¡Cuba!
¡Estudio trabajo y Fusil!
¡Lápiz, cartilla, manual!
¡Alfabetizar!, ¡alfabetizar!:
¡Venceremos!
Pero en Bayamo nosotros escribimos también el nuestro. Era una letra larga, en la cual comprometíamos nuestro honor por enseñar al campesino, al obrero y por acudir ante Fidel a expresar nuestro deber cumplido y pedir más para hacer.

Nosotros brigadistas
Que nos vamos a enseñar
Enseñar al campesino
Que no ha podido estudiar
Le llevamos la cartilla
La libreta y el manual
Y a todos los campesinos
Los vamos a enseñar...
Tal era el entusiasmo. Con esas canciones fuimos hasta Varadero.
El 5 de mayo, con otros 59 muchachos emprendía la parte que me correspondía en aquella batalla. Trabajaba como Jefe de Destacamento en la zona conocida por Hoyo de Pipa, en la región bayamesa de Guisa, en las estribaciones de la Sierra Maestra.
Juntos terminamos en diciembre la tarea. ¡Cuánta alegría fue apreciar como Francisco, Herenia, Manuela, Felipe y Virgen, leían y escribían sin dificultades!.
El 16 de diciembre es mi cumpleaños. Ese día llegaba a 17.
No olvidaré jamás cómo alzamos la bandera en el patio de la casa aquella donde viví aquellos meses. La alegría con que cantamos el Himno Nacional y luego la marcha hacia Bayamo, de donde salimos en tren al día siguiente hacia La Habana.
Ibamos en vagones techados con pencas de palma real. Comenzamos recorrer a Cuba por segunda vez. Bellezas hasta entonces nunca vistas ante nuestros ojos: aparecieron en Camagüey, Ciego de Avila, Santispíritus, Santa Clara, Matanzas; hasta que por fin comenzamos a tener frente nosotros la capital cubana.
El acto fue programado para el día 22 en la Plaza Cívica José Martí.
Y allí nos reunimos, como decía nuestro Himno, a rendir cuentas ante el promotor de aquella idea. Desfilamos. Coreábamos canciones y una consigna: ¡Fidel, Fidel, dinos qué otra cosa tenemos que hacer!
Fidel después de que se izara la gigantesca bandera que proclamaba al mundo el fin del analfabetismo en Cuba. Luego anunció el Plan de Becas y nos pidió seguir adelante como integrantes del proceso que estaba por iniciarse.
En la gran tribuna estaban los héroes: Raúl Castro, Juan Almeida, El Che Guevara, Armando Hart y otros combatientes admirados por todos. Numerosos invitados del mundo. Y también los destacados en la hazaña.
Abajo nosotros: los cien mil alfabetizadores.
La foto que ilustra este material, recrea una imagen que guardé en mi memoria con gratitud y cariño: Fidel y el Che, desde la tribuna saludándonos con entusiasmo
Aún percibo las luces de mi farol... andan por Venezuela, Bolivia, Europa, Asia...viaja el mundo.

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