Cuba encuentra nuevos elementos de identidad nacional
Ramon Batista, Leticia Fernández, Dora Pérez, Alba Orta Ruiz y Maria Eugenia Azcuy, (Marulis) en el panel sobre Jesús Orta Ruiz, (El Indio Naborí). Foto del autor
Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
Vi muchachas y muchachos de la provincia cubana de Las Tunas, bailar a golpe de tambores y siguiendo estribillos de origen africano y caribeños, del mismo modo en que pocas horas antes aplaudían y coreaban las actuaciones de repentistas cantores de la décima guajira cubana. Estaban juntos en el asfalto, frente al Museo Provincial “Mayor General Vicente García González, se miraban y mezclaban sus ansias de baile entre el público espectador y no había diferencia entre sus colores de piel y otras pequeñeces humanas sin importancia, resaltadas antaño por las costumbres del aún existente espíritu de discriminación. Ellos simplemente bailaban, más bien: gozaban.
Me llamaba la atención, porque en algunos casos los he visto en escenarios próximos a aquella instalación, detrás de algún grupo de Rock o Reggaetón.
Estas imágenes se produjeron dentro del desarrollo inicial de la XLV Jornada Cucalambeana, la más grande fiesta campesina de Cuba y como parte del jolgorio popular criollísimo disperso por la ciudad y en El Cornito, en torno a las ruinas de la casa donde residió el bardo tunero cultor de la espinela, Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo –El cucalambé- en ocasión del 183 aniversario de su natalicio.
Fue en el espacio abierto para debates teóricos: el primer día, 27 de junio, titulado “Para ver más allá de las estrellas”, en honor del cumpleaños 90 de Jesús Orta Ruiz, “El Indio Naborí” y el segundo, viernes 28, con el tema “La diversidad Cultural en el legado africano y sus portadores en los campos de Cuba”.
Ramón Batista, Director de la Casa de la Décima Iberoamericana de Las Tunas, presentó los dos talleres. María Eugenia Azcuy Rodríguez (Marulis) con fina sencillez femenina condujo el dialogo franco, ameno, profundo y cargado de entrañable afinidad familiar, en el cual todos viajaron en el diapasón de “ver más allá de las estrellas” para conocer mucho más a El Indio Naborí. Para ello la propia Marulis, presentó una síntesis de la obra de Jesús Ora Ruiz, en torno a una temática seguida por él y muy poco explorada en el orden investigativo: la religiosidad poética de Naborí, es decir, décimas y poseías en que su creatividad corre los caminos populares del credo religioso cubano.
Después vino Alba Orta Pérez, la hija de “El Indio”, quien vino – por primera vez – a Las Tunas, en sustitución de su hermano Fidel. Con la gracia del poder de la palabra humilde, Alba contó travesuras de su padre, cómo aquella figura se movía en casa, su entrañable vínculo con el campo cubano, su alegría e influjo familiar cada vez que se acercaba el día de la Jornada Cucalambeana y hasta algún día en que quiso visitar a alguien y el entusiasmo hizo olvidar la dirección y todos andaban perdidos en el monte, pero contagiados por su alegría…
La investigadora de la provincia de Matanzas, Dora Pérez García, mediante su indagación, contó cómo surgió la Casa de la Décima Naborí, de la zona matancera de Limonar, donde –asegura ella – es posible que se le haya rendido el más grande y mejor homenaje al Indio.
De cómo el propio Naborí era partidario de que una institución le diera seguimiento y atención a la décima y también de cómo vino la idea de esta casa, que para todos debiera llamarse Naborí y cuánto tuvieron que hacer para que él, en vida, aceptara, no sin antes reprocharlo sencillamente.
Leticia Fernández Sánchez, investigadora de la Casa Iberoamericana de la Décima, de Las tunas, se refirió a los principales hitos de la presencia de Jesús Orta Ruiz en Las Tunas, principalmente para asistir a las tradicionales fiestas de junio-julio para tributar honores a El Cucalambé. Y cerró un documental presentado por Maria Eugenia Azcuy Rodríguez. Marulis se refirió brevemente al audiovisual de 21 minutos de duración, que bajo el título de “Sigo empeñado en decir”, retomando uno de sus versos, presenta una breve caracterización de quien, desde niño, cargó en sus espaldas esa vocación que lo trajo después a Las Tunas, para inmortalizar la presencia de la espinela en los campos de Cuba.
En la misma sede, 24 horas mas tarde un equipo de doctores, investigadores del patrimonio cubano, ofreció información abundante en el análisis del tema” La diversidad cultural en el legado africano y sus portadores en los campos de Cuba”, excelente idea para esta emisión antesala de los 50 años de Jornadas Cucalambeanas, que, debe convocar para 2013 su continuidad, pues, coincido con los criterios del Doctor Jesús Guanche Pérez, en que se demuestra que en los campos cubanos no sólo frecuentan aquellos procesos culturales españoles, sino los provenientes de África, y de otros exponentes mostrados en la reunión tunera.
Guiados por Edelberto Rollero Moya, los asistentes ofrecieron un formidable grupo de informaciones, dignas de tener en cuenta en el desempeño cultural y de las políticas culturales del país.
El doctor Jesús Guanche Pérez, demostró con su investigación, “La africana de la cultura cubana en las zonas rurales de Cuba”, que en todo el país existen sitios de fortaleza en que subsisten, junto a los exponentes criollísticos y remanentes españoles, formas de diversidad cultural africana que se insertan en lo cubano de modo natural y ecléctico.
En el tema “Elementos de la cultura de estirpe africana y sus portadores de la cultura campesina cubana”, el MsC. Rafael Lara González, se pudieron apreciar diferentes expresiones de músicas, cantos y otras formas de cultura, esencialmente en manifestaciones Arará, Gagá, sones, rumbas, de instrumentos musicales, el Güije o Jigüe – curiosamente blanco o negro -, y de familias enteras que han dedicado su existencia a mantener vivas esas tradiciones. Su ponencia concluyó con un tributo a quien es ícono incondicional de tradiciones cubanas: Celina González, su virtuosismo y su legado de Changó.
El léxico africano, desde el estudio profundo centrado en la lingüística, desde lo simbólico, lo religioso y lo sagrado, las estructuras y costumbres de sus usos, demostrativo de su presencia en el habla de los campos de Cuba. La Doctora Gema Valdés Acosta, de la Universidad de Villa Clara, en su disertación dirigió todos los intereses a este aspecto tan importante que es la comunicación en la ruralidad, en que se mezclan vocablos africanos con otros que configuran la identidad del cubano.
De todo lo anterior, aparee referido un resumen en la presencia afro en territorios de la provincia de Las Tunas, fundamentalmente en sus zonas norte, centro y sur, que fue el contenido de la conferencia de la Doctora Graciela Chailloux Laffita, sobre la presencia de antillanos en Las Tunas, que argumenta, que a lo africano, debe añadírsele la presencia de otras culturas entre los cubanos, como aquellos que vinieron a la Isla a trabajar, procedentes de cercanos territorios de Las Antillas.
“El sistema mágico religioso de procedencia africana en el campesinado”, fue el tema final. Sumamente interesante e importante, que presentado por la Doctora Lázara Méndez, constituyó un llamado a apreciar que el individuo establece en sí mismo un nexo entre lo vivo y lo muerto, lo material e inmaterial, para asirse a un modo de esperanzarse para vivir.
El encuentro resultó un modo de comprender una vez más la certeza de Don Fernando Ortiz al comparar a la cultura cubana con ese plato tradicional de la cocina cubana que es el ajiaco, solo que a su condimento será necesario agregarle las especies africanas y antillano – caribeñas, para completar su rico espesor de naturaleza criolla y de alta Cubanía. A su vez, la importancia de que tales elementos que provienen de largos años de trabajo de investigación de campo, puedan ser asumidas por las políticas culturales de la nación.
Uniendo los dos días de reflexiones teóricas de la XLV Jornada Cucalambeana, se podría referenciarse que el cubano es más que una mezcla de hombre autóctono del Caribe y antillano, andaluz, africano, y que esas raíces andan juntas hermanadas por naturaleza en toda su ruralidad.
Por eso no tiene nada de raro, extraño e incomprensible que la Conjunto Folclórico “Onilé” se manifiesta con sus danzas y cantos afro cubanos, o naturalmente africanos, y en torno suyo bailen muchachas y muchachos, sin distinción de edades, color de piel o formas de vestir.
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