Remembranza cubana del Servicio Militar
La foto en mis tiempos de SMO en La Habana 1966
Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
Cuando el 26 de noviembre de 1963 se dio a conocer la Ley del Servicios Militar Obligatorio, la juventud cubana recibió la noticia con el entusiasmo enardecederor de saber que podríamos servirle a la Patria con el mismo tesón con que lo hicieron los miembros del Ejercito Libertador (Mambí) en los años desde 1868 a 1898 y que podríamos ser sus continuadores elevándonos a la conducta de los que formaron filas en el Ejército Rebelde, liderado por el Movimiento 26 de Julio.
Los miembros de la Asociación de Jóvenes Rebeldes organizamos junto al Ejército Rebelde, que ya crecía en Fuerzas Armadas Revolucionarias LAS organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI, - organización anterior al Partido Comunista de Cuba), las oficinas de control del Servicio Militar Obligatorio (SMO), devenidas Comité Militar de cada región y provincia.
En esas oficinas en la primera quincena de diciembre de aquel 1963, millares fuimos los primeros aspirantes a soldados de la nueva tarea, una de aquellas que evocáramos en la Plaza de al Revolución, cuando el 22 de diciembre de 1961 le pedíamos a coro masivo a Fidel en aquella consigna:”Fidel, Fidel, dinos que otra cosa tenemos que hacer”.
Recuerdo que cerca del antiguo Cuartel “Carlos Manuel de Céspedes”, en Bayamo, estaba emplazada la oficina donde, además de que fui reclamado para trabajar voluntario, formé parte del primer grupo de inscriptores, junto a Nidia Díaz, aquella muchacha alegre, dinámica, de pelo amarillo cerca del color naranja, con ojos verde oscuros y cientos de pecas pequeñas en el rostro.
Yo pugnaba por ser el primero en inscribirme, Nidia me llamó, llené mi formulario, sencillísimo: nombre, fecha de nacimiento, edad, dirección particular, último grado vencido nombre de los padres… y firma.
¡Ah!, debía declarar si padecía de alguna enfermedad… muchos de nosotros escondimos padecimientos evidentes y luego fueron aplazados.
Acto seguido, ocupé un lado junto a Nidia y me quedé llenado planillas.
Fue entonces cuando comencé a llenar “telegramas”, con el propósito de que me incorporaran a filas. Y lo hacía no por vocación militar, sino por apego el deber. Así un día fui llamado acudiendo a uno de aquellos telegramas míos, pero cuando ya estaba en el camión y viajaba varios kilómetros el vehículo fue interceptado, y un oficial pidió mi presencia; me hizo bajar y en minutos estaba frente al Jefe del Comité Militar: “Usted no irá a una Unidad Militar, su tarea está aquí con nosotros”.
Después la oficina se trasladó a otro sitio de la ciudad de Bayamo.
Pasó el tiempo y el 22 de abril de 1965, cuando ya no tenía contactos con los “telegramas”, fui convocado en un llamado hecho para jóvenes que fungirían como maestros en el Servicio Militar, ante la necesidad de que soldados y oficiales del Ejercito Rebelde pudieran elevar su nivel cultural…
Otro día contaré cómo fue mi vida de soldado. Hoy sólo quiero recordar que a propósito del llamado a los jóvenes nacido en 1998, vinieron a mi memora –una vez más- aquellos momentos iniciales del Servicio Militar Obligatorio, (SMO), a cuyo llamado acudimos convocados por el deseo y el deber, ávidos de parecernos al Ejército Rebelde.
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