NOS MUEVE SIEMPRE UN 26
Por Joel Lachataignerais Popa
E mail jpopa@enet.cu
Los cubanos celebramos el 26 de Julio desde hace mucho. Del mismo modo en que festejamos el 10 de octubre, como mismo hacemos con el primero de enero, y es como la fiesta de cumpleaños nuestro o la manera en que homenajeamos los quince de la hija mayor. Pero su trascendencia es mucho mayor, porque se trata de una fiesta que atañe a todos.
Digo a todos, aunque haya quienes entre nosotros no lo vean así, pero nosotros sí lo vemos de esa manera: hay quienes no entienden aunque se beneficien de todos modos.
Yo recuerdo cómo llegó el 26 de Julio de 1953 a mi casa. Estábamos en la finca de mi padre, Luis Felipe Lachataignerais Calderín, quien no puede estar en la lista de ninguno de los propietarios que ahora son dueños de toda Cuba por control remoto.
En aquel paraje denominado La Yaya, pasábamos las vacaciones de curso receso escolar. Era justo a doce kilómetros tierra adentro desde el sitio nombrado Dos Palmas, en el oeste de Santiago de Cuba. Montañas arriba, íbamos a disfrutar la naturaleza, a subir lomas y comer frutas, a jugar con los niños de las serranías y mi padre experto ajedrecista, llevaba su juego de dominó, barajas y otros juegos de mesa. Eran los momentos en que mi mamá, Zenaida Popa, se divertía con sus cuatro gigantes, Edel, Dubel, Isel y yo, Joel... todos jugábamos con los niños de la zona, aquellos que estaban más cerca: Isabel, Norka, Rafael, Roberto y Radamés.
Entrar en Santiago de Cuba resultó difícil a mi papá tres días despues del 26 de Julio; pudo ver cómo la zona del Moncada estaba rodeada de guardias y muchas medidas de seguridad, registraban a todos ya todas y mucho más a quienes iban a subir a las montañas done estaban sus casas: preguntas y mas preguntas, todo se significaba y todos eran un poco sospechosos.
Mi tío Carlos recibía todas semanas la Revista Bohemia. Tenía una extraña coordinación que le permitía obtenerla con toda seguridad allí en aquellas lomas semanalmente.
En sus páginas vi las fotos de los muertos del Moncada; las muestras del sanguinario militar de apellido Chaviano, el rostro afable del negro que detuvo a Fidel; el rostro de Fidel, las mujeres detrás de unas rejas.
Varias semanas con y sin censura pudieron darle a la población aquella información. Yo no leía aquellas noticias porque realmente los niños observan y preguntan.
El tiempo me fue dando la lección. Un día, un compañero de aula, Enriquito, con sólo 13 años de edad, fue golpeado por un policía que el dejó en la frente una herida profunda por la cual sangraba a chorros; despues del 13 de marzo de 1957, frente a mi escuela primaria, que llevaba el nombre de Rafael María de Mendive, en la calle de Martí en Bayamo, un camión transitaba y se parqueó unos minutos frente a la puerta: su carga eran seis cuerpos que sangraban.
Aquel primer 26 de Julio, visto semanas mas tarde en las revista Bohemia, me viene a la memoria cada vez que veo las fotos...
OTROS 26
Después vinieron otros 26, cargados de alegría y emoción.
La fecha se nos convirtió en punto de partida para la emulación entre todos los cubanos. Ganar la sede del acto nacional con la presencia de Fidel, se hizo icono.
De modo particular voy a rememorar dos actos de aquellos primeros.
En 1959, Fidel convocó a los campesinos de todo el país a celebrar la fecha en Ciudad de La Habana: Un millón de guajiros fueron vestidos de mambises a la capital cubana.
Como siempre estábamos allí en La yaya.
Recuerdo con mucha alegría las páginas de Bohemia y aquellos reportajes ilustrados pro las fotos de los hombrees de tierra adentro llegando a sus casas despues del acto en La Habana.
En una de aquellas páginas venían varios amigos de la casa, que vivían en los predios de Dos Palmas, cerca de la finca de nuestro padre.
Una foto ilustraba a Aleyda corriendo con los brazos abiertos hacia su mamá, y otra presentaba una instantánea done la muchacha venía a caballo con jabas. Una tercera la presentaba entregándole regalos a los familiares. El pie de grabado de esta era ilustrativos de la sana alegría: ... eso no es ná: en la jaba, hay más...
Ha pasado mucho tiempo: 49 años. Pero en mi memoria está fresco ese instante, y las anécdotas que fijaron ese momento histórico del país. Por primera vez inundaron las calles de La Habana, desde todos los rincones de la Isla.
Al año siguiente fue al revés: millares de personas de La Habana y de todas las ciudades del país fueron a Las Mercedes, un enclave Rebelde, situado en la actual provincia de Granma, donde el Che Guevara fomentó la primera escuela levantada con el sudor del trabajo voluntario.
Hacia allí fuimos en caminos varios grupos de jovenes bayameses, pero era tal el cúmulo de vehículos, que tuvimos que conformarnos con escuchar el acto por radio a mas de 30 kilómetros del lugar.
Realmente el 26 ha sido, es y será una fecha que los cubanos esperaremos siempre con alegría y firmeza. Es un cumpleaños de todos. Un hechizo que nos convoca a todos cada año, una de tantas razones que nos mueven.
E mail jpopa@enet.cu
Los cubanos celebramos el 26 de Julio desde hace mucho. Del mismo modo en que festejamos el 10 de octubre, como mismo hacemos con el primero de enero, y es como la fiesta de cumpleaños nuestro o la manera en que homenajeamos los quince de la hija mayor. Pero su trascendencia es mucho mayor, porque se trata de una fiesta que atañe a todos.
Digo a todos, aunque haya quienes entre nosotros no lo vean así, pero nosotros sí lo vemos de esa manera: hay quienes no entienden aunque se beneficien de todos modos.
Yo recuerdo cómo llegó el 26 de Julio de 1953 a mi casa. Estábamos en la finca de mi padre, Luis Felipe Lachataignerais Calderín, quien no puede estar en la lista de ninguno de los propietarios que ahora son dueños de toda Cuba por control remoto.
En aquel paraje denominado La Yaya, pasábamos las vacaciones de curso receso escolar. Era justo a doce kilómetros tierra adentro desde el sitio nombrado Dos Palmas, en el oeste de Santiago de Cuba. Montañas arriba, íbamos a disfrutar la naturaleza, a subir lomas y comer frutas, a jugar con los niños de las serranías y mi padre experto ajedrecista, llevaba su juego de dominó, barajas y otros juegos de mesa. Eran los momentos en que mi mamá, Zenaida Popa, se divertía con sus cuatro gigantes, Edel, Dubel, Isel y yo, Joel... todos jugábamos con los niños de la zona, aquellos que estaban más cerca: Isabel, Norka, Rafael, Roberto y Radamés.
Entrar en Santiago de Cuba resultó difícil a mi papá tres días despues del 26 de Julio; pudo ver cómo la zona del Moncada estaba rodeada de guardias y muchas medidas de seguridad, registraban a todos ya todas y mucho más a quienes iban a subir a las montañas done estaban sus casas: preguntas y mas preguntas, todo se significaba y todos eran un poco sospechosos.
Mi tío Carlos recibía todas semanas la Revista Bohemia. Tenía una extraña coordinación que le permitía obtenerla con toda seguridad allí en aquellas lomas semanalmente.
En sus páginas vi las fotos de los muertos del Moncada; las muestras del sanguinario militar de apellido Chaviano, el rostro afable del negro que detuvo a Fidel; el rostro de Fidel, las mujeres detrás de unas rejas.
Varias semanas con y sin censura pudieron darle a la población aquella información. Yo no leía aquellas noticias porque realmente los niños observan y preguntan.
El tiempo me fue dando la lección. Un día, un compañero de aula, Enriquito, con sólo 13 años de edad, fue golpeado por un policía que el dejó en la frente una herida profunda por la cual sangraba a chorros; despues del 13 de marzo de 1957, frente a mi escuela primaria, que llevaba el nombre de Rafael María de Mendive, en la calle de Martí en Bayamo, un camión transitaba y se parqueó unos minutos frente a la puerta: su carga eran seis cuerpos que sangraban.
Aquel primer 26 de Julio, visto semanas mas tarde en las revista Bohemia, me viene a la memoria cada vez que veo las fotos...
OTROS 26
Después vinieron otros 26, cargados de alegría y emoción.
La fecha se nos convirtió en punto de partida para la emulación entre todos los cubanos. Ganar la sede del acto nacional con la presencia de Fidel, se hizo icono.
De modo particular voy a rememorar dos actos de aquellos primeros.
En 1959, Fidel convocó a los campesinos de todo el país a celebrar la fecha en Ciudad de La Habana: Un millón de guajiros fueron vestidos de mambises a la capital cubana.
Como siempre estábamos allí en La yaya.
Recuerdo con mucha alegría las páginas de Bohemia y aquellos reportajes ilustrados pro las fotos de los hombrees de tierra adentro llegando a sus casas despues del acto en La Habana.
En una de aquellas páginas venían varios amigos de la casa, que vivían en los predios de Dos Palmas, cerca de la finca de nuestro padre.
Una foto ilustraba a Aleyda corriendo con los brazos abiertos hacia su mamá, y otra presentaba una instantánea done la muchacha venía a caballo con jabas. Una tercera la presentaba entregándole regalos a los familiares. El pie de grabado de esta era ilustrativos de la sana alegría: ... eso no es ná: en la jaba, hay más...
Ha pasado mucho tiempo: 49 años. Pero en mi memoria está fresco ese instante, y las anécdotas que fijaron ese momento histórico del país. Por primera vez inundaron las calles de La Habana, desde todos los rincones de la Isla.
Al año siguiente fue al revés: millares de personas de La Habana y de todas las ciudades del país fueron a Las Mercedes, un enclave Rebelde, situado en la actual provincia de Granma, donde el Che Guevara fomentó la primera escuela levantada con el sudor del trabajo voluntario.
Hacia allí fuimos en caminos varios grupos de jovenes bayameses, pero era tal el cúmulo de vehículos, que tuvimos que conformarnos con escuchar el acto por radio a mas de 30 kilómetros del lugar.
Realmente el 26 ha sido, es y será una fecha que los cubanos esperaremos siempre con alegría y firmeza. Es un cumpleaños de todos. Un hechizo que nos convoca a todos cada año, una de tantas razones que nos mueven.
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