VIVIMOS EN UNA PROVINCIA SECA
Por Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com Es posible que si decimos que vivimos en una provincia seca, las personas piensen en una exageración. Sin embargo, hace ya unas semanas leí un breve texto del periodista Pastor Batista en la versión digital del periódico 26, que me puso a pensar de nuevo en la idea: vivimos en una provincia seca. Y es verdad que es un poco de exageración, pues recibimos lluvias a menudo, pero si comparamos la historia cotidiana, sin necesidad de ir a los libros, sólo a la memoria de cada cual, tendremos como resultados, que apenas nos llueve. Hay que tener presente que hace muy poco vivimos una larga etapa de varios años en que apenas llovía, y en la ciudad la polvareda llenaba las calles. Yo recuerdo que en 1986, fue Las Tunas, de las primeras provincias cubanas en decidir un régimen de entrega de agua a la población dirigida; los grandes asentamientos poblacionales, como Las Tunas, fueron divididos en sectores a los que el agua comenzó a llegar racionada… y aún así es. Esta fue una inteligente medida. Porque el agua escasea en el mundo. Y si observamos el dato que muestra el amigo Pastor Batista, nos llamaríamos a conciencia: porque la provincia está marcada por uno de los regímenes de lluvia más desfavorables en todo el archipiélago. Por eso los campesinos que están luchando con el uso de pipas de agua por alcanzar resultados en sus plantaciones de alimentos para la población, merecen respeto, consideración y aplauso. Y porque vivimos en una provincia prácticamente seca, donde la historia viene demostrando que la lluvia escasea, hay que hacerse una cultura de ahorro. Es por ello que debiéramos adoptar mejores medidas con los salideros de agua que son públicos en las calles y pensar qué se pudiera hacer con aquellos hogares donde los registros de acueducto interno se rompen y se dificultan las soluciones de herrajes y técnicos. El ejemplo de los campesinos indica que es posible pensar y solucionar.
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