VILMA SONRÍE 50 AÑOS DESPUES
Por. Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
Leí en el Prólogo de José Martí a los poetas de la guerra, una frase que vale bien recordar en este momento que tengo en la memoria a una oven eterna: Vilma Espín: Dice Martí: "... sin sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre".[1] Es un texto breve escrito para mujeres como ella, siempre sonriendo, impulsando a todos con esa actitud juvenil que jamás perdió.
La primera vez que la tuve cerca, fue en Guisa. Aquel enclave de las estribaciones de la Sierra Maestra, cuya liberación llegó de Fidel el 30 de noviembre de 1958. Vestía de verdeolivo y llevaba una boina negra que matizaba con el resto de su atuendo. Se había construido una enramada de pencas de guano y debajo había cientos de mujeres campesinas: Vilma les hablaba.
Les recordó pasajes de la épica reciente. Las congratuló. Dijo que acababa de iniciarse una época en que la mujer iba a comenzar una nueva vida, sobre todo la campesina, en especial aquellas de las serranías.
Después la tuve de frente muchas veces. Unas como parte de mi actividad al servicio del Partido entre 1968 y 1975; otras como parte de mi labor como periodista de la Radio y la Televisión.
En Las Tunas en la constitución de la comisión de atención y Prevención Social, a la cual pertenecí durante cierto tiempo; en reuniones femeninas y en sus visitas a esta provincia oriental cubana, una de ellas muy significativa, fue cuando quiso conocer el movimiento de de fábricas de vajillas y los talleres de artesanía y textiles. Entonces ponderó la capacidad de las mujeres y reconoció ese esfuerzo medular. "Hay que seguir adelante y darle ese alegrón a Fidel", dijo, porque ella en su vivir y en su sonrisa llevaba siempre al Jefe de la Revolución y por él miraba y actuaba..
Verla al frente de todo aquello. Escucharla. Rememorar que era aquella misma muchacha que se fue al Moncada a comprobar las acciones del 26 de Julio, que desfiló pro las calles de Santiago de Cuba en contra de los desmanes de la dictadura de Fulgencio Batista, sentirla, escucharla, daba fuerzas de vivir a todos.
Esa razón es la ética con que el 23 de agosto de 1960, Fidel con ella a su lado, abrió un camino de amanecer a las mujeres. Por eso ahora, Vilma Espín Guilloys, sonríe en cada rostro de muchacha, de mujer adulta, de abuela; y late en millares de corazones dentro y fuera de Cuba. Y es, a la vez que bandera, perfume del jardín que sostiene gallardas azucenas, gladiolos, jazmines, en esa diversidad de pétalos que acarician el ambiente cubano.
Por eso quiero terminar con José Martí, que me acompaña siempre. Menciona a la mujer el 29 de abril de 1893 en Patria y dice: "Nada perdura sin la gracia. La mujer, de instinto, divisa la verdad, y la precede"[2]
Porque la gracia de Vilma perdura, porque de ese aroma, en que emergen su sonrisa, el brillo de sus ojos, y con el orgullo de 50 años de honor y victoria, nos demuestra como dice Martí que ella “… de instinto, divisa la verdad, y la precede”.
[1] José Martí, O. C. Editorial Nacional de Cuba, La habana 1963; Prólogo a "Los poetas de la guerra", Patria, Nueva York, 1893, t. 5 p. 234.
[2] José Martí, O. C. Editorial Nacional de Cuba, La habana 1963; "Los cubanos de Filadelfia", Patria, Nueva York, 29 de abril de 1893, t. 5 p. 18., Patria, Nueva York, 29 de abril de 1893, t. 5 p. 18..
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