La palabra de Fidel siempre ha sido la brújula
Joel Lachataignerais Popa, jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
El ocho de enero de 1959, Fidel Castro Ruz, llegó triunfante a La Habana, luego de recorrer el país desde Santiago de Cuba.
En las principales ciudades del territorio nacional, fue definiendo los propósitos ya antecedidos por él en su alegato de autodefensa que es conocido como ‘La Historia me absolverá’, pronunciamientos expresados el 16 de octubre de 1953, ante el tribunal que lo enjuició por el asalto a los cuarteles ‘Moncada’ de Santiago de Cuba y Bayamo, de la ciudad del mismo nombre, en la antigua provincia de Oriente.
Ese discurso trazó el programa que la revolución cubana comenzó a poner en práctica después de su triunfo. Estaba dirigido a alertar acerca de las razones de lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista y precisaba las acciones de carácter político, social, económico, ética, que se proponía enrumbar el movimiento liderado por él desde aquel 26 de Julio de 1953.
El primer encuentro de Fidel Castro con las masas populares sucedió el mismo día en que se dio a conocer la derrota de la tiranía, en la noche del 2 de enero de 1959, cuando en la explanada del Parque Céspedes de Santiago de Cuba, anunciaba que al fin la revolución triunfaba y que los mambises podrían entrar en aquella legendaria ciudad.
El líder revolucionario hacía alusión con esa frase, al escamoteo conseguido por los Estados unidos en 1898, cuando después de que el ejército libertador logró la victoria, las tropas norteamericanas le prohibieron la entrada en Santiago, al Mayor General cubano, Calixto García Íñiguez, artífice de la derrota final de España colonialista en Cuba.
Luego de siete días de recorrido, Fidel hacía su entrada triunfal con la Caravana de la Libertad, como se le denominó al periplo histórico integrado por combatientes del Ejército Rebelde, a quienes se fundieron los soldados de las tropas derrotadas que se sumaron a la revolución.
El pueblo de Cuba recuerda con emoción el acontecimiento. Los mayores junto a la histórica generación de soldados y oficiales del Ejército Rebelde, los jóvenes mediante los relatos de abuelos, bisabuelos y padres; las lecturas, las películas y fotografías.
La memoria histórica de los cubanos guarda un breve diálogo sostenido por Fidel con Camilo Cienfuegos a mitad de aquel histórico discurso que cerró el recorrido de la Caravana de la Libertad de Oriente a La Habana: Sucedió instantes después de que palomas mensajeras volaron sobre su cabeza y se posaron sobre sus hombros y la gorra. Fidel se refería a su eterna confianza en el pueblo y al compromiso moral de evitar derramamientos de sangre innecesarios, solo en defensa del pueblo. Entonces preguntó: ¿Voy bien, Camilo? Y el joven barbudo de sin igual sonrisa respondió: Vas bien, Fidel.
Fidel inició con una clara, exacta y meridiana premonición, que se ha cumplido y es vigente: que el pueblo cubano no debía llamarse a engañarnos y pensar que en lo sucesivo todo sería fácil, porque tal vez todo sería más difícil.
Así manifestó sus primeros conceptos de revolución, de revolucionario, de ética revolucionaria; y recordó que hubo hombres – como los dictadores Gerardo Machado y Fulgencio Batista - que se calificaron de revolucionarios y en nada mostraron esa condición.
Aquel 8 de enero de 1959 en La Habana, Fidel ratificó una idea que llevaba a cabo siempre y que fue aprendida de José Martí: la unidad en torno al pueblo, porque todo suceso social para que triunfo requiere de unidad, por lo que cada vez que hubiese una necesidad, sería preciso acudir al pueblo con la verdad en las manos, para explicarle a las masas las situaciones y decidir con el pueblo, que es la columna, el ejército, capaz de vencer a cualquier enemigo.
Fue también la primera oportunidad en que advirtió, como el 17 de noviembre de 2005, que los revolucionarios tienen el deber de hacer bien las revoluciones, porque sólo ellos pueden destruir los procesos revolucionarios con errores irreversibles, y para evitarlo dijo que acudiría siempre a las masas para buscar soluciones a los problemas.
Aquel discurso, en medio de la algarabía popular cimentó conceptos de unidad del pueblo y de los revolucionarios, con un sentido crítico valorativo de que si desde los primeros momentos todas las organizaciones estuviesen unidas al Movimiento 26 de Julio, todo hubiese sido mejor.
A 52 años de aquel histórico suceso, se sostienen en el Partido Comunista de Cuba, columna vertebral del proceso revolucionario, - organización que le da continuidad al Movimiento Revolucionario 26 de Julio y heredero del Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí en 1892- desarrolla los preparativos de su Sexto Congreso y analiza con todo el pueblo su documento base, que recoge en su fundamento las ideas esenciales del 8 de enero de 1959, redefinidas en cambiar todo lo que tenga que ser cambiado para que Cuba, con economía propia, se proyecto el socialismo de una mejor manera.
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