En Cuba la solidaridad germina en el barrio
Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu jecklouis@gmail.com
Jorge Luis, mi amigo, está solo. Desde hace unos meses su esposa Maricarmen se encuentra cumpliendo misión internacionalista como cooperante en Venezuela.
Al principio, cundo supieron que era posible que ella fuera a cumplir esa misión, sintieron correr en sus venas la nostalgia. Poco a poco hicieron acopio de conciencia mutua: lo necesario de que allá aquellos que potencian el futuro venezolano, requieren de aprender cosas que nosotros sabemos. Por eso cuando en febrero llegó el momento de la salida de Maricarmen, los dos estaban ya algo preparados.
Habían hablado de la cocina, de la limpieza del hogar, de los abastecimientos alimentarios, del cuidado con las medicinas que Jorge Luis ha de consumir diariamente y hasta planificaron cómo sería el posible nexo entre ambos durante el año que durará la permanencia de Maricarmen en Venezuela.
Son cosas que hacen todos los cubanos cuando alguien de la familia va a salir de misión.
Aquel día de febrero, sorpresivamente recibió una llamada:
- Me adelantaron el vuelo. No puedo regresar a la casa. Salgo mañana en la tarde para Venezuela. Ya tu sabes, estoy muy nervios e intranquila.
- Bueno, pues asúmalo que nosotros hablamos bien ese tema y los revolucionarios cubanos reaccionamos siempre en positivo. Sobre todo los militantes.
El primer mensaje de Maricarmen fue para contar el viaje. Rápido, acogedor, con nerviosismo porque nunca había viajado una distancia tan larga en avión, pero muy bueno. El mar hacia abajo, los cayos, los colores, el cielo y la llegada a la ciudad que nunca había visto.
Así comenzaron a pasar los días. El miércoles de la primera semana una vecina le dijo a Jorge Luis que ella iba a lavar, que podía darle la ropa que ella la iba a asumir. Del otro lado, el jueves otra jovencita le dijo que le ayudaría en la cuestión de las sábanas, y así, apareció una señora que le limpiaría el piso… cuando vino a ver, se le multiplicó la familia, a Ercilla, su hermana mayor, le quedó solamente cocinarle cada dos días.
En poco tiempo la solidaridad el barrio se hizo presente.
Maricarmen le ha escrito a Jorge Luis: Le anunciaron vacaciones para agosto o septiembre. El tiempo pasa. Ella allá siente una presión de nostalgia con el apoyo de los familiares de los alumnos que enseña su profesión, con los especialistas que ha estado instruyendo también en el método cubano. Siente aquella otra solidaridad que cuenta cada día.
Acá él se ha convertido, sin querer, en el centro de una familia que desbordó el hogar donde los dos conservan el amor que crece todos los días.
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