PARA APRETAR LOS LAZOS DE CUBA
- La emigración cubana se reunió a la sombra de José Martí.
- Cambia el horizonte perspectivo.
- Hay quienes no conocen ya a Cuba y no son ya cubanos.
Por: Joel Lachataignerais Popa
jlpopa@enet.cu jocklouis@gmail.com
Emigrar es tan natural como vivir. Eso lo aprendí cuando estaba en tercer grado. Aquella dulce maestra primaria que se llamó Delia Limia Ochoa, nos enseñó que cada año en determinadas épocas, los animales migraban o emigraban – según entraran o salieran de su hábitat – y que los hombres hacen lo mismo. Nos dijo más, rememoró que desde el siglo anterior (XIX) Cuba tenía muchos hijos suyos viviendo en otros países, entre ellos, los Estados Unidos.
Tal vez por eso no se veía mal - porque no es malo - que muchas personas quisieran visitar esa gran nación; que los ricos y los hijos de los ricos, vivieran y estudiaran allá, a fin de cuentas se hacían muchas campañas de radio, televisión y periódicos para que visitaran – sobre todo Miami – así lo registra mi memoria.
Por eso no me extraña saber que en lugares tan distantes como China, o Rusia, pueda vivir un cubano, como un chino o un ruso, pueden hacerlo en Cuba; pues yo desde niño conozco japoneses, chinos, rusos, que vivieron en los barrios donde he vivido, y hasta fueron alumnos de mi padre y convivieron en mi aula.
En el aula de mi padre aprendí, leyendo los libros de Historia, - por cierto mal informados a veces – que desde 1767 la apetencia de los Estados Unidos por Cuba, estaba en el pensamiento y afán de sus intenciones; fue Benjamín Franklin, quien diez años antes de la célebre declaración de independencia de las trece colonias norteamericanas, el primero en enunciar el interés de colonizar el Valle del Río Mississipi, con la deliberada idea de utilizar el enclave “contra cuba o contra el mismo México”[1]… ya entonces había cubanos – y europeos, latinos, nacionales de todo el mundo- residiendo en los Estados Unidos. José Martí, dedicó comentarios de prensa a razonar sobre este fenómeno norteamericano.
Leíamos en la prensa las noticias, crónicas casi siempre, para destacar las visitas distinguidas de los ricos, sus hijos y acólitos, - los pobres no - a Estados Unidos, y lo vimos siempre así, – como era y debe ser - algo natural. Aunque aprendimos que junto a la naturaleza estaba un elemento regulador del sistema de gobierno, que no era muy simpático: lo que se diera allí, era ley para acá, y de eso nos alertaron en las aulas, hablándonos de la Enmienda Platt, donde se decía que estábamos obligados a tantas cosas, como pedir permiso para usar los fondos económicos de la nación, a lo que se prestaban muchos personajes de la época.
Cuando los pobres decidían marchar fuera del país – fundamentalmente estados Unidos – era porque el bolsillo lo reclamaba, entonces – como siempre – marchaban en busca de trabajo, dinero, para poder vivir. Y, como sucede aún, se les consideraba como ‘inmigrantes’, ‘latinos’, sobre todo si el color cambia y diferencia los ojos, el pelo, la principalmente la piel.
Cuando en enero de 1959 y después de se año, comenzaron las ‘emigraciones’ de todos aquellos que masacraron al país, que asesinaron a más de 20 mil cubanos, el concepto cambió violentamente y estas personas le dieron a todo el conglomerado de naturales de la Isla de Cuba, el título de ‘exiliados políticos’ y comenzaron a llamar así, a los que aunque fuesen a residir al sitio mas lejano del orbe.
Muy esclarecedoras fueron las declaraciones prestadas a la Mesa Redonda de la Televisión cubana, por Max Lesnik, de alianza Cubana de Miami; Andrés Gómez, de la Brigada Antonio Maceo, de Miami; Nancy Rodríguez, de la Asociación José Martí en México y Arlenz Arean, de la Asociación de cubanos residentes en Bélgica, a nombre de los cubanos residentes en la Unión Europea. Ellos hablaron para demostrar todo lo contrario.
Max Lesnik significó que no hay exilio en el mundo más terrorista, que el de los cubanos en Miami, los descendientes de los batistianos, a los que después se unieron todos aquellos terroristas, dictadores, asesinos de otros países; pero, destacó también Max, serán vencidos por la ola de cubanos que se niegan a ser controlados por ellos.
Andrés Gómez, recordó que antes que todos ellos, ya en New York, desde la década del 50, estaba la Casa de la Cultura de cuba, haciendo esfuerzos a favor de la nación cubana; y que ellos surgieron como Brigada Antonio Maceo, para romper el cerco y la imagen de que todos los que están emigrados son contrarrevolucionarios y que allí, en Miami, en los Estados Unidos, como en otra partes del mundo hay cubanos que apoyan la revolución, que son revolucionarios.
Gómez reseñó que entre 1959 y 1980, aquellos como Lincoln Díaz Balart, hicieron creer al mundo que toda la emigración era contrarrevolucionaria, iba contra Cuba, ya después muchos de aquellos fueron despareciendo, los viejos murieron, y ahora hoy, ‘3 de cada 10 cubanos residentes en Miami apoyan a Cuba’, el modo de ver la emigración fue cambiando poco a poco entre los 60 y 70.
Allí hay quien no conoce ya a Cuba, no son cubanos, sencillamente, como Lincoln Díaz Balart y otros, como él.
En su exposición Arlenz Arean, de Bélgica, puso énfasis en el apoyo que se brinda a Cuba, por los cubanos residentes allí, y cómo ellos se han ido vinculando con toda Europa, y con pobladores en otras naciones de todos los continentes; se batalla por la liberación de los cinco héroes prisioneros del imperio, dijo la joven representante de cubanos residentes en Bélgica.
Si Delia Limia, - mi maestra viviera, - tal vez reflejaría este vuelo de cubanos como palomas blancas, en buen ejemplo de emigración; pasarían por el concepto martiano de cubano, palabra dulce y bella.
Sería también construir además, una idea comunitaria entre todos los cubanos, aquellos de allá, donde estén, los de la Isla, donde están, pensando en cuándo el Presidente Barack Obama determinará el fin del encierro de los cinco héroes y decretará el cese del bloqueo.
Una idea martiana del concepto comunidad, indica que las comunidades aprietan los lazos de los pueblos. Yo pienso que la reunión de más de cuatrocientos cubanos de 44 países, en torno a sus raíces, se hizo para apretar los lazos de cuba.
[1] Carta enviada por Benjamín Franklin a su hijo William; tomado de “El peligro mayor”, selección de textos históricos acerca del desprecio y las ambiciones yanquis por cuba; Editora Política, La Habana, 1993, p. 9
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