Fidel: recuerdos que vuelan en la memoria
Joel Lachataignerais Popa, jlpopa@enet.cu; joecklouis@gmail.com
Fue un día de agosto de 1970. El Primer Ministro de Bulgaria, Todor Yivkov, había llegado a La Habana invitado a los actos por el 26 de Julio, que se realizó en la Plaza de la Revolución José Martí, en el seno de la capital cubana.
En su visita la provincia de Oriente, fui llamado a sustituir al periodista del periódico Sierra Maestra que hacía el recorrido. Todo fue muy rápido: llamada telefónica, el Director del diario oriental al otro lado, la explicación de que el vehículo del amigo que venía a Bayamo tuvo una avería e inmediatamente la tarea.
La cámara Zenit E, estaba guardada. Hacía algún tiempo no trabajaba con ella. Por suerte tenía rollos fotográficos. Y rápidamente me puse en disposición de cumplir lo solicitado. De todas maneras contaba con el apoyo profesional del fotógrafo Rafael Tablada, compañero del Equipo Provincial de Propaganda del Partido Comunista de Cuba en Oriente, quien tendría la misión de salir para Santiago de Cuba y llevar junto a mi información, los rollos.
Pasaban las diez de la mañana cuando los vehículos tomaron el parqueo. Por mi actividad en el lugar, – además de periodista – debí permanecer dentro del salón donde se iba a realizar el encuentro.
Los líderes penetraron luego de un breve recorrido por la instalación. Entonces se produjo el diálogo que resultó un intercambio desde la Historia a la Economía y al desarrollo social. Dentro de los temas, la zafra de 1970, denominada “de los diez millones”, con una exposición de Fidel sobre las causas que indicaban que ya no se podría lograr esa cifra.
De modo habitual, Fidel se movía de un lado al otro entre las sillas situadas. Explicaba mapas. Solicitaba a los principales dirigentes administrativos y políticos presentes, ampliaciones de sus exposiciones. El visitante escuchaba atentamente y hacía algunas preguntas.
Mientras, yo buscaba el modo de hacer por lo menos una foto cercana. Un close up. Debía buscar cómo acercarme. Pero para llegar a la estatura me faltaba tamaño.
El salón tenía dos áreas, que solíamos dividir para determinadas circunstancias de trabajo. Una estaba en un nivel de medio metro por debajo de la otra y a ambos extremos y por el centro, debía tomarse por los peldaños que permitían acceder al otro lado.
Colocábamos a las personas en los dos niveles, de un lado –arriba- quienes llevaban el peso de la reunión; debajo los otros. Aunque en esta oportunidad eran muy pocos los de abajo. Pero Fidel estaba arriba y yo abajo.
Cuando subí, resultaba lo mismo, siempre fotos de planos generales y algunos close ups de los que estaban sentados, inclusive Todor Yivkov.
Alguien, desde abajo, hizo una pregunta. Fidel se acercó. Bajó y como yo estaba arriba, aproveché la oportunidad. El amigo Tablada, me trajo las fotos reveladas como recuerdo: Esos que ahora en los 85 de Fidel, vuelan en mi memoria.
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