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Barbados 1976: Un crimen sin razones

Barbados 1976: Un crimen sin razones

El máximo responbsale: Luis Posada Carriles... sigue su carril impune 

 

Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu  joecklouis@gmail.com

 

Escuché la noticia cuando estaba en la calle. Sentí en aquel momento una terrible sensación de vacío. Sin que nadie lo expresara en el acto pensé en las ideas salvajes que merodean las mentes de aquellos que profesan tanto odio a la revolución. A la vez pensaba: ¿por qué les resulta tan difícil sentarse frente a frente, discutir sin reservas y entender que el pueblo busca aprehenderse de la revolución?

Las noticias fueron llegando desgranadas y rápidamente   un norte de brújula que indicó que los criminales prepararon todo minuciosamente. Las sombras les sirvieron para ello; también ciertas zonas de América Latina, pero por sobre todo Miami, donde siempre ha estado el Cuartel General.

Freddy Lugo, Hernán Ricardo Losano, Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, salieron a relucir pronto. De una parte, por la eficacia y rapidez con que se movieron las autoridades de las naciones que apoyaron y estaban implicadas en el suceso, sobre todo Barbados, Venezuela y otras naciones, que prestaron inmediata cooperación a Cuba; y también la prensa norteamericana: su radio, su televisión sucia y conspirativa, -  amantes del dinero para subvertir en la nación caribeña -, con sus infames mentiras que han encubierto desde entonces a los autores del crimen.

Nuestro país guarda celosamente grabaciones, fotos, vídeos, donde aparecen aquellos ‘generales arañas’ declarando su éxito de guerra, como gustaba el difunto Orlando Bochs Ávila llenarse la boca calificando de esa forma al acontecimiento, al igual que  el tristemente ilustre terrorista internacional Luis Posada Carriles, quien además, ha dicho que si tuviera la oportunidad de repetir esa abominable, traidora y criminal acción, lo haría de nuevo sin arrepentimiento ni cerrar los ojos, no le temblarían las manos para repetirlo.

Total, para ellos la presencia de aquellos muchachos que ganaron todas las medallas del Campeonato de Esgrima en Venezuela, no eran sino negritas y negritos que apoyaban a Castro. Gente insignificante frente a ellos: los héroes de pacotilla que ganaron así la celebridad del imperio que decidió no detenerlos.

Cuando fueron detenidos, finalmente, lograron el modo monetario de la solidaridad corrupta y vil de los testaferros de Norteamérica y algunos lacayos de Venezuela y Estados Unidos, sobre todo. Posada Carriles salió en escurridiza  escapada y desde entonces anda suelto como gusano en campo libre.

Venezuela revolucionaria tiene un expediente contra el criminal Posada Carriles, quien cubierto como toda escoria de pestes criminales, había servido a los servicios de inteligencia de las dictaduras de aquella nación y le debe al pueblo venezolano buena cuenta, por lo cual es solicitada su extradición, a la cual tampoco quiere acceder Estados Unidos.

Posada, tiene una rica historia anticubana ampliamente difundida por la prensa norteamericana, en especial los periódicos tradicionales que todavía apoyan al tristemente célebre dictador cubano Fulgencio Batista, y a sus seguidores en aquella ciudad del sur de Estados Unidos.

En fin recuerdo con  nitidez aquellos días en que los corazones cubanos y del mundo, se sintieron oprimidos y en los rostros de todos el dolor era único símbolo de unidad y solidaridad ante aquellas 73 personas asesinadas en pleno vuelo.

Siempre pienso que los criminales, acostumbrados a tomarlo todo por la fuerza y la cobardía, bajo torturas, manos sucias, armas en mano, prepotencia, - sobre todo montañas de dinero -, no son capaces de imaginar el dolor ajeno. No son capaces de advertir cómo estarían en aquellos minutos de terror los 73 corazones encerrados en la nave que inexorablemente sabían – luego de las explosiones – era una jaula de muerte. Ellos no son capaces de ponerse en aquel lugar. Para ellos esa era la guerra. Una acción de combate. Lo ha declarado muchas veces Posada Carriles en sus incursiones televisivas, radiales y de prensa escrita de Miami.

Ya uno de ellos- Orlando Bosch Ávila - pasó al lado de los difuntos. Yo creo que eso es lo que busca y piensa el Gobierno de los Estados Unidos, que sabe, ciertamente, que Posada Carriles es un carril de información en su contra, y no lo condenará jamás, esperando a que ‘él solito’, por cuenta propia, con ayuda de las canas y el deterioro del tiempo, se venza a sí mismo,  para convertirse, como el otro en un ilustre difunto de la contrarrevolución cubana en Miami.

Tal vez es así como esperan responder, porque sabemos también que los viles y gusanos temen al recuerdo de las medallas que sobre ellos brillan para recordarles que “cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.  Y, llegarán al cielo, adonde el Cacique  Hatuey no quiso acudir para no estar junto a los injustos que lo asesinaron quemándolo vivo, pero para separarse ellos mismos en un lugar del Infierno aún no descrito, porque Dante no lo pudo ver.

Así pienso, porque lo de Barbados 1976, fue  - como crimen al fin - un abuso sin razones.

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