Itinerario Las Tunas Cayo Coco La Habana
Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
A las once de la mañana se escuchó el anuncio en los altavoces del aeropuerto “José Martí” de La Habana: se iniciaría el vuelo 810 destinado a Las Tunas, que previamente los gráficos de pantalla precisaban salida a las doce meridiano. Por unos minutos dudé hasta que vi a unos amigos que estaban allí esperando con el mismo destino. De todos modos sentía el susto por lo inusual de que pudiera ser cierto un vuelo a mi provincia con escala en otro sitio y menos con intereses turísticos. ¿Escala en Cayo Coco? ¡!...
De todos modos ya antes me habían llamado la atención los rostros, gestos y acentos de varios pasajeros, aunque entre ellos había quien llevaba la marca nacional “hecho en Cuba”, y otros registrados en nuestra Isla cuyas dentaduras amarillas - por enchapes -, los distinguía… esta imagen brindaba una explicación. Entonces: ¡Iríamos a Cayo Coco! – pensé.
Como de costumbre una de las muchachas de a bordo – Suzel – informó lo que me hizo salir de dudas: emprendíamos un viaje rumo Las Tunas – Cayo coco – La Habana.
Cayo Coco es un itinerario turístico cubano muy codiciado. Al norte de la provincia de Ciego de Avila. Allí estuve hacia 1986. Se denominaba así Cayo Coco, pero aún andaba por un pedraplén inmenso que se construía para unir el territorio de la Isla de Cuba hacia aquella zona del archipiélago cubano, con el fin de permitir vincular el futuro enclave turístico a la geografía que le administra.
Aquella vez hice una visita junto a un grupo de compañeros de la radio de Morón… muy breve la estancia me permitió tener una idea general de la gran belleza natural multiplicada por la imaginación del hombre puesta en marcha hacia los hoteles que allí operan actualmente.
Comencé a leer, pero llevado por la novedad del inusual itinerario decidí tomar algunas fotografías: algo así como una crónica de viaje estaba en mi mente, entonces conversé con Suzel Peralta y Marlenis Morales Bello. Suzel había hecho de modelo minutos antes, mientras Marlenis explicaba cómo debe ajustarse el cinturón y todas las medidas que se deben adoptar en caso de peligro. Por cierto es un instante necesario pero algo desagradable y que rigurosamente se cumple.
Desde la cabina el Capitán Moret explicaba velocidad de vuelo, temperatura ambiente, estado del aeropuerto de Las Tunas, tiempo de viaje… algo más de una hora restaba para llegar a Cayo Coco, en fin cómo sería el enlace entre La Habana Cayo Coco y Las Tunas.
Me entregaron un periódico Granma, que leí con rapidez; revisé el índice de “Partido Revolucionario Cubano: Independencia y –democracia”, libro de Ibrahim Hidalgo Paz, y retomé el que llevaba a manos, “En Santiago y otras fuentes”, del poeta, escritor, ensayista y periodista tunero Carlos Tamayo Rodríguez, presidente de la Unión Nacional de Artistas y Escritores de Cuba (UNEAC) en Las Tunas
Vinieron refrescos, café, caramelos mientras continuaba mi acostumbrada vigilia desde la ventanilla, como adivino de las carreteras aéreas para calcular mi llegada al destino… pero seguía en la incógnita, aunque notaba que el mapa terrestre era el mismo de siempre. ¿Sería que al llegarnos sobre Ciego de Avila enrumbaríamos al Cayo?
Entonces un nuevo anuncio, como para salir de dudas: Allá abajo, como podía ver bien, estaba cerca el territorio de Las Tunas. ¡!
Así entre nubes comencé a ver los terrenos cercados del municipio tunero de Manatí, las presas que caracterizan ese lugar; y ya sin nubes, el centro turístico Cerro de Caisimú; la zona industrial donde se encuentran los talleres de la industria aceros inoxidables de Las Tunas; el barrio de petrocasas tuneras, construidas con apoyo solidario de Venezuela; y otras construcciones muy conocidas para mí. Además, intentaba imaginar cuál es el lugar donde muy pronto estará creado el nuevo cementerio de la capital provincial de Las Tunas…
Así se me develó el sueño de volver a Cayo Coco. Será otra vez, pues la escala estaba prevista para el retorno. ¿Lástima, verdad?
De todos modos fue un buen viaje, como los que habitualmente podemos hacer en naves de Cubana de Aviación. Por mucho tiempo recordaré esa hora de viaje exquisito, de ensueño turístico civil.
Sueño que viví gracias a ellos: el Capitán Audy Moret, el copiloto José de Armas; las aeromozas Suzel Peralta y Marlenis Morales Bello, que aparecen en la foto en ese mismo orden. Ya nos volveremos a ver.
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