Homenaje a Roberto Pavón Tamayo
Lo que aprendí de Roberto se hizo raíz en mí
Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
La última vez que nos vimos fue en 1988, durante mi tránsito entre el periódico El Habanero, donde en ese momento trabajaba y las emisoras (hacia donde me trasladé posteriormente): Radio Cadena Habana y Radio Progreso.
Acudí a la Agencia de Información Nacional en su sede de El Vedado, en busca de apoyo para una misión de trabajo y para suerte mía casi a la entrada del edificio me sorprendió la figura delgada y respetable de Roberto Pavón Tamayo.
Lo más grato fue que, - a pesar de que no nos veíamos desde la década de los años 60-, él me reconoció y me estrechó en un abrazo cuyo calor aún conservo.
Solícito, se entregó a una breve conversación, haciendo un espacio de tiempo en sus tareas del día. Todo comenzó por saber de mí y en qué andaba. Cuando le dije, como siempre, me brindó su apoyo.
Le revelé que nunca olvidaría aquellos días cuando dirigiendo el periódico “Sierra Maestra” -en Santiago de Cuba-, llegué acompañado por el Capitán del Ejército Rebelde, el holguinero Yolando González, -responsable del trabajo político ideológico del Partido Unido de la Revolución Socialista (PURSC) en Bayamo-, quien había coordinado con él un entrenamiento para mí en enero de 1964, seis meses después de incorporarme oficialmente como redactor de plantilla de la emisora Radio Bayamo. Fueron dos bellos meses de mi vida.
Disfrutamos en aquel espacio corto, inmenso por la alegría y la emoción: Él sentía placer de estar frente a su alumno, ya titulado y con alguna experiencia, iniciada en un curso que fue su cosecha total, con aulas en los linotipos, el taller, la revisión de galeras, aprendiendo con los correctores, reelaborando noticias, separando cables del teletipo y a veces revisando el fotograbado…y las madrugadas de cierre del diario santiaguero.
Nunca olvidaré su primera tarea para mí: Debía asistir a un acto en el cual iba a hablar el capitán Jorge Risquet Valdés, para rendirle homenaje a Mella. Debía trabajar una información para primera y una versión de discurso para la segunda página.
Vinieron varias revisiones, hasta dejarlo todo listo. Pero a la hora cero, llegó una información de primer orden que demandaba amplios espacios y tuve que elaborar una breve nota acompañando una fotografía.
De cierto modo hubo frustración: no pude por aquellas circunstancias cumplir la tarea como se destinó, pero quedó la enseñanza.
Lo que puso en mis manos fue un camino: el del periodismo que profesaba, salido de las prédicas de José Martí. Él era un seguidor de esa razón periodística de ser.
Bella persona, excelente profesor, compañero y amigo entrañable.
De hablar pausado, determinaba lo que se debía hacer con enunciados de sugerencias, que me llegaban como caricias. Recuerdo su tratamiento padre al hijo menor.
Lo siento entre mis primeros profesores, tal como a sus hermanos Cuqui y Luis, quienes influyeron en mi formación profesional.
Roberto me dio el periodismo en su visión general, Cuqui el diseño, el uso de las artes gráficas y Luis, -desde su condición de director de la Revista Verde Olivo-, una especialidad periodística para aprehender el quehacer de la prensa militar.
Se me aleja el profe Roberto Pavón Tamayo, como un rayo de luz veloz que se pierde entre el fuego que consumió su cuerpo para hacerlo cenizas inolvidables.
Lo que aprendí de él se hizo raíz profunda en mi profesionalidad.
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