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HISTORIA

Cuba: Aniversario L de la UPEC: Recuerdan en Las Tunas 50 años de periodismo revolucionario

Cuba: Aniversario L de la UPEC:  Recuerdan en Las Tunas 50 años de periodismo revolucionario

Hector Gómez, evocó el acontecimiento        

 

Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu   joecklouis@gmail.com

 

Aunque faltaron algunos compañeros al encuentro, se puede considerar que el núcleo fundamental de los que aún viven, acudieron al homenaje preparado por la Delegación provincial de la Unión de Periodistas de Cuba en Las tunas, al aniversario 50 de “El trabajador”, primera publicación periodística revolucionaria del territorio, entonces denominado Tunas – Puerto Padre.

Con esa fina ética que le caracteriza, la Presidenta, Adalys Ray Haynes, presentó a quienes por su edad o procedencia geográfica, no vivieron los días del memorable periódico tunero, luego Luis Manuel Quesada Kindelán, uno de sus fundadores, dio cuenta de la asistencia de Juan Emilio Batista Cruz, Ela Pantoja Baños, Carlos Villamar, Alberto Rodríguez, (Betico), cada uno con una historia particular relacionada con la etapa inicial del periodismo revolucionario tunero.

De manera muy específica Quesada Kindelán presentó a Héctor Gómez, quien para entonces fungía como Primer Secretario del Partido unido de la Revolución Socialista en el territorio.

Casi a boca de jarro el animador dijo: ¿Héctor puedes contarnos qué significó para ustedes en el Partido, el surgimiento del periódico “El Trabajador”, en aquellos momentos?

Elocuente y emotivo como siempre ha sido, Héctor no defraudó. “Fue sin dudas un apoyo al trabajo del Partido, muy oportuno para la labor política e ideológica. No podemos olvidar que eran momentos en que la contrarrevolución se movía fuertemente en nuestro país y de manera específica entre Camagüey y Las Tunas, donde existía una significativa burguesía que  le hacía el juego a la contrarrevolución y nos obligó a mantener la lucha contra bandidos durante largo tiempo”.

Héctor relató acontecimientos relacionados con tareas muy importantes de la revolución, como fueron la primera y segunda leyes de reforma agraria, la campaña de alfabetización y el enfrentamiento a la debacle del ciclón “Flora”, que asoló con fuerza el territorio en 1963.

Puso énfasis en cómo “El Trabajador” sirvió para orientar a las masas, explicar tareas, educar a los trabajadores y campesinos, al pueblo en general, en medio de una férrea lucha de clases que en las Tunas se sintió como en Camagüey, de modo diferente a otros lugares país.

Seguidamente se refirió a los artífices de la tarea periodística, colocando en justo lugar a Rossano Zamora Paadín (Gallo), quien junto a un destacamento de jóvenes, que no eran sino corresponsales voluntarios, mantuvieron aquel periódico sin presupuesto, con mucha dignidad, decoro y firmeza revolucionaria, y así se mantuvo mientras pudo ser posible.

“El Partido sintió con fuerza, el apoyo que venía de aquella potencia juvenil quienes muchos años mas tarde, en su mayoría, se convirtieron en periodistas profesionales y aún figuran trabajando aunque estén jubilados. “El Trabajador”, fue una trinchera revolucionaria que merece el respeto  y todos los homenajes. Muchos resultados del trabajo político, fueron posibles gracias a su actividad siempre apoyada por la radio, de modo incisivo”

Un almuerzo de trabajo ofreció la UPEC a esta tropa legendaria, quienes brindaron junto a la pequeña representación de las generaciones actuales. Luego se confundieron en un abrazo de anécdotas.

Espontáneo y fructífero diálogo de gentes de ayer tendiendo un  puente a los de mañana a través de quienes hoy llevan el camino.

Fue un cálido programa a las puertas del Noveno Congreso de la UPEC y su cincuenta aniversario. Rayos y soles en las montañas obreras.   

 

Carlos Rafael Rodríguez: aquel noble y sencillo cubano

Carlos Rafael Rodríguez: aquel noble y sencillo cubano

... en su rostro siempre mostró optimismo y alegría...

 

Joel Lachataignerais Popa  jlpopa@enet.cu   joecklouis@gmail.com  

 

Cuba entera recordó en mayo, el centenario de Carlos Rafael Rodríguez. Me place rendirle tributo con dos imborrables recuerdos:

En mis tiempos de trabajo al servicio del Delegado del Buró Político del Partido Comunista de Cuba en la provincia de Oriente, (1968 – 1975),  fui testigo varias veces de la visita de Carlos Rafael Rodríguez a la región.

Era una persona muy equilibrada que emanaba seguridad, firmeza, y todas las veces que estuve cerca, pude apreciar un carácter alegre. Siempre tenía una leve sonrisa a flor de labios. Eso pude retener en mi memoria.

Un día vino a nuestras oficinas de “El Yarey” de Jiguaní, a 45 minutos de la ciudad de Bayamo, (700 kilómetros al este de La Habana), acompañando a tres delegaciones que se encontraban en Cuba.

En el salón de reuniones un economista explicaba los correspondientes planes, en que intervenían las naciones de los visitantes.

Sucedió que un aspecto del tema se hizo de difícil comprensión para aquellos, por lo que Carlos Rafael, solicitó permiso y precisó aclaraciones en el idioma de cada.

-  Correcto, puedes continuar tu disertación, dijo finalmente en español, para que el especialista oriental, diera continuidad a la reunión.

 

Años más tarde, (1990) me encontraba trabajando en Radio Progreso. Hacía el turno de la noche. El Jefe de turno, Andrade de apellido, tenía a su esposa enferma y no pudo asistir al trabajo, por lo que tuve que suplirle y a la vez hacerme cargo de la dirección del Noticiero de Cierre.

A punto de terminar la redacción, aproximadamente las 10 de la noche, se produjo una llamada telefónica:

-  Buenas noches.

-  Buenas noches.

-  Le habla Carlos Rafael Rodríguez. ¿Quien habla, Costa, el director?

-  No el periodista de turno. - dije y agregué mi nombre, para luego manifestarle: Dígame.

-  Mira, tengo una información que se me ha dado para hacerla llegar a los medios y que se trasmita a las cinco de la mañana. Porque se dice que Radio Reloj es escuchada por todos con seguridad; sin embargo el Noticiero de Cierre de Radio Progreso cuenta con audiencia de un importante número de nosotros y yo quiero hacértela llegar como primicia, además, para que salga también en “A primera hora”, que es un programa mas mesurado que Haciendo Radio…

- Acto seguido dictó la noticia.  

Al día siguiente, a la misma hora, llamó de nuevo para agradecer el gesto. 

Después supe que en muchas oportunidades, con temas de importancia, había hecho lo mismo. 

Cuba, el Indio Naborí y el Primero de Enero

Cuba, el Indio Naborí y el Primero de Enero

En el Pico Real del Turquio, firme de la Sierra Maestra, Fidel, raúl y otros victorean la revolución

 Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu joecklouis@gmnail.com

 

Entre las imágenes muchas veces leídas y escuchadas, o recordadas en el tiempo, una de las más exactas para definir aquel día de pasiones intensas, las puso a rodar por las almas del pueblo de Cuba y en el mundo, Jesús Orta Ruiz, aquel mismo instante de tantas glorias, en que el Sol parecía más brillante.

 

Quienes con apenas 15 años vivimos aquellos instantes, recordamos una sonora voz de radio repetir durante varios días aquellas estrofas: Ellas se sumaban al goce popular, enardecían, llenaban de gloria el espectro ambiental y humano y los que éramos más niños, admirábamos y comenzábamos a sentir la realidad.

 

Y era la verdad cabalgando entre palabras bien enhebradas: Esta es la foto en palabras de aquel suceso revelador:

 

¡Primero de Enero!
Luminosamente surge la mañana.
¡Las sombras se han ido! Fulgura el lucero
de la redimida bandera cubana.
El aire se llena de alegres clamores.
Se cruzan las almas saludos y besos,
y en todas las tumbas de nobles caídos
revientan las flores y cantan los huesos.
Pasa un jubiloso ciclón de banderas
y de brazaletes de azabache y grana.
Mueve el entusiasmo balcones y aceras,
grita desde el marco de cada ventana.

 

Nadie en aquellos días dijo con mayor exactitud o dibujó con más  colores y matices; nadie consiguió con aquella certeza el momento, ni extendió de uno al otro lado del confín cubano el rostro de pueblo alegre hecho apretones, y  confundidos perfumes de monte y ciudad… de lágrimas de madre, esposas,  de flores y abrazos…

 

A la luz del día se abren las prisiones
y se abren los brazos: se abre la alegría
como rosa roja en los corazones
de madres enfermas de melancolía:
Jóvenes barbudos, rebeldes diamantes
con trajes olivo bajan de las lomas,
y por su dulzura los héroes triunfantes
parecen armadas y bravas palomas.

 

Fue así. Y él, poeta urgido del campo vino para ser símbolo del pueblo. Con el amor en las manos escribió  su inspiración como  ventana de entusiasmo para verlo todo, y desde allí, cantó la noticia a los ausentes:

 

 

Vienen vencedores del hambre, la bala y el frío
por el ojo alerta del campesinado
y el amparo abierto de cada bohío.
Vienen con un triunfo de fusil y arado.
Vienen con sonrisa de hermano y amigo.
Vienen con fragancia de vida rural.
Vienen con las armas que al ciego enemigo quitó el ideal.
Vienen con el ansia del pueblo encendido.
Vienen con el aire y el amanecer
y, sencillamente, como el que ha cumplido
un simple deber.

 

… y no se quedó el relato de épica estancia sobre lomas y llanos; justo cada retoño de humano esfuerzo, brotó bucólico desde la herrumbre campestre del decimador…

 

No importan los días de guerra y desvelo,

no importa la cama

de piedra o de grama,

sin otra techumbre  que ramas y cielo.

No importa el insecto, no importa la espina,
la sed consolada con parra del monte,
el viento, la lluvia, la mano asesina
siempre amenazando en el horizonte.
¡Sólo importa Cuba! Sólo importa el sueño
de cambiar la suerte.
¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño
¡Oh, nuevo soldado que no arruga el ceño
ni viene asombrado de tutear la muerte!
Los niños lo miran pasar aguerrido
y piensan, crecidos por la admiración,
que ven a un rey mago, rejuvenecido,
y con cinco días de anticipación.

 

Entonces plasmó el perfil de nuevos destinos. Siguió mirando con ojos de historia. Pintó como nadie rostros y gestos que no se retratan en todo momento; mostró con su tacto discreto los héroes de gesta abriendo el futuro y en ellos erguida, la imagen del pueblo.

 

Pasa fulgurante Camilo Cienfuegos.
Alumbran su rostro cien fuegos de gloria.
Pasan capitanes, curtidos labriegos
que vienen de arar en la Historia.
Pasan las marianas sin otras coronas
que sus sacrificios: cubanas marciales,
gardenias que un día se hicieron leonas
al beso de doña Mariana Grajales.
Con los invasores, pasa el Che Guevara,
Alma de los Andes que trepó el Turquino,
San Martín quemante sobre Santa Clara,
Maceo del Plata, Gómez argentino.

 

 

Mientras la radio decía con versos, la naciente televisión cubana, llevaba en contrastes la hazaña que nunca se olvida- Conocíamos nombres, heroicidades, identidad… empatías: revolución. Y los rostros calcaban el tiempo:

 

Ya entre los mambises del bravío Oriente,
Sobre un mar de pueblo, resplandece un astro:
ya vemos... ya vemos la cálida frente,
el brazo pujante, la dulce sonrisa de Castro.
Lo siguen radiantes Almeida y Raúl,
Y aplauden el paso del Héroe ciudades quemadas,
Ciudades heridas, que serán curadas,
y tendrán un cielo sereno y azul.

 

Atado a su fórmula en abanico de amor y justicia, poeta de pueblo andaba los bosques del tiempo marcando distancias, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, enseñó hasta el futuro:

 

¡Fidel, fidelísimo retoño martiano,
asombro de América, titán de la hazaña,
que desde las cumbres quemó las espinas del llano,
y ahora riega orquídeas, flores de montaña.
Y esto que las hieles se volvieran miel,
se llama...
¡Fidel!
Y esto que la ortiga se hiciera clavel,
se llama...
¡Fidel!
Y esto que mi Patria no sea un sombrío cuartel,
se llama...
¡Fidel!
y esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre,
y esto, esto que la sombra se volviera luz,
esto tiene un nombre, sólo tiene un nombre...
¡Fidel Castro Ruz!

 

La Marcha triunfal del Ejército Rebelde, de Jesús Orta Ruiz, (El Indio Naborí), fue canción de su momento. Marcó aquellas generaciones abuelas. Aquel himno signó desde su tiempo la memoria histórica, y aún  vigente, nos devuelve, con sus rayos de sol, el Primero Enero.

 

 

 

 

El apoyo tunero al desembarco de Fidel el 29 de noviembre de 1956

El apoyo tunero al desembarco de Fidel el 29 de noviembre de 1956

 Frank País, con sus compañeros tomaron a Santiago de Cuba; Luis alfonso Zayas con los suyos, en Las Tunas, toman el "Polvorín  La Cadena"

 

Joel Lachataignerais Popa   jlpopa@enet.cu joecklois@gmail.com

 

El 30 de noviembre de 1956 resultó para el movimiento revolucionario cubano un día heroico en varias partes del territorio nacional, particularmente en Santiago de Cuba: En esa fecha, Frank País García, lideró el salto y toma de la ciudad desde diferentes puntos estratégicos y por varias horas las calles santiagueras fueron libres.

La acción dejó la sangre derramada de valiosos hijos de aquella urbe: caen en combate los jóvenes estudiantes José “Pepito” Tey, Otto Parellada y Antonio “Tony” Alomá.

Unas horas antes de estos acontecimientos en Las Tunas un grupo de jóvenes desarrollaron una acción destinada al mismo fin: apoyar el desembarco del Granma, que desde Tuxpan, en México, había zarpado el 25 de noviembre de aquel año rumbo a Cuba y traía a bordo 82 revolucionarios, a  cuyo frente venía Fidel Casto Ruz.

Previamente,  en el mes de octubre, se producen visitas de Frank País a territorio tunero, con el objetivo de organizar el Movimiento 26 de Julio y chequear la marcha de los planes que debían esperar la hora cero, para el alzamiento armado y las acciones de apoyo al desembarco.

Fue así como el 29 de noviembre de 1956, los jóvenes Luis Alfonso Zayas Ochoa, actualmente General de la reserva, Raúl Castro Mercader, también general retirado y Orlando Pupo Peña, encabezan la toma del Polvorín “La Cadena”, situado en las proximidades del “Central Chaparra”, en el norte de Las Tunas, donde luego de sorprender a la posta, alcanzan el objetivo de apoderarse de las pocas armas que existían en aquel lugar.

Luego de cumplido el objetivo, y después de notificarlo al Jefe, las armas son protegidas y figuran entre las primeras en llegar a Fidel en la Sierra Maestra en febrero de 1957, junto a los protagonistas de la acción.

El 14 de junio de 1980, Fidel Castro en el discurso de inauguración del Hospital Clínico Quirúrgico y Gineco obstétrico, “Ernesto Guevara de la Serna”, en Las Tunas, recordaba aquellos días:

“… cuando nosotros desembarcábamos en el “Granma”, Zayas con otros poquitos compañeros y dos revólveres, se alzaron, y no sólo se alzaron,  sino que tomaron un cuartel; y no sólo lo tomaron, sino que se llevaron los dos fusiles que había allí. Una prueba más de que para hacer la Revolución no hace falta ni armas, porque las armas las tiene el enemigo y hay que quitárselas. Eso fue lo que nosotros hicimos.

“Y recuerdo también cuando llegaron aquellos dos fusiles a la Sierra Maestra. Aquello fue una fiesta cuando llegaron Zayas, Pupo y otros compañeros, Guillermo Domínguez, un compañero muy valioso que murió en la Sierra Maestra, y ellos se unieron a nosotros con sus dos fusiles. Y en aquella época, para nosotros, dos fusiles nos e sabe lo que valían.

“Ellos se sublevaron el 29 por la noche antes de la sublevación (….) ¿Eran cuatro, verdad Alfonso? Guillermo, tú, Raúl Castro Mercader y Pupo… Ellos secundaron nuestro movimiento en condiciones muy difíciles, dando prueba de una extraordinaria presencia de ánimo…”

El revelador suceso del 29 de noviembre de 1956, en el “Polvorín la Cadena”, de Chaparra, en la zona norte de Las Tunas, constituye una de las primeras acciones revolucionarias realizadas para respaldar el arribo del Yate Granma a la costa sur de la antigua provincia de Oriente y aunque sencilla acción, los tuneros recuerdan esta como la primera acción de apoyo a Fidel y su destacamento de desembarco aquel 2 de diciembre de 1956; el asalto a El Polvorín La Cadena en la noche del 29 de noviembre de 1956  es un hecho heroico de alta relevancia y significación.

                    

 

Refugio de fe y amor para José Martí

Refugio de fe y amor para José Martí

José Francisco Martí y Zayas-Bazán, único hijo del Apostol de Cuba.

 

 

 Joel Lachataignerais Popa, jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com

 

Cuando el 20 de diciembre de 1877 José Martí contrae matrimonio con su amada, Carmen Zayas-Bazán e Hidalgo, ambos jóvenes estaban lejos de imaginar que tan sólo once meses más tarde le llegaría la felicidad de traer al mundo a su único hijo, a quien bautizaron como José Francisco Martí y Zayas-Bazán, poco después del advenimiento sucedido el 22 de noviembre de 1878.

A la edad de cuatro meses y unos días, (el 6 de abril de 1879) José Francisco, fue bautizado en la iglesia Nuestra Señora de Monserrate, en la Ciudad de La Habana. Sus padrinos fueron Doña Leonor Pérez Cabrera, abuela paterna, y Francisco Zayas-Bazán y Varona, abuelo materno.

La Guerra Chiquita comienza en Agosto de 1879, y su padre es detenido por sus actividades revolucionarias, por lo que fue deportado a España,  motivo por el cual se aleja nuevamente del hijo amado después de casi dos años de unión.

 Complejas situaciones de incomprensión, condicionan una nueva separación, generada por Carmen, quien pide protección del cónsul español y regresa a La Habana, alejándose definitivamente del esposo con su hijo el 27 de agosto de aquel 1891. De este modo, padre e hijo no volverán a verse nunca más.

No obstante, José Martí siempre tuvo presente a su hijo, por quien sentía profunda devoción; le hacía dibujos en las cartas y le escribía periódicamente, hasta lo tuvo presente en su obra poética, de lo cual el ejemplo mayor es “Ismaelillo”.  

En la presentación del poemario, ha sido profusa su declaración de amor de padre, dicha en un símbolo de ética paternal y le escribe: “Espantado de todo, me refugio en ti. Espantado de todo, me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti”.

Y antes de partir hacia Cuba,  para incorporarse a la contienda que él denominó Guerra Necesaria, destino prioritario de toda su vida, el Maestro escribió la que sería su última carta enviada desde Montecristi el 1 de abril de 1895, donde asegura al hijo amado: “Al salir pienso en ti. Si desparezco en el camino, recibirás con esta carta la leontina que usó en vida tu padre. Adiós. Sé justo”.

En Camagüey José Francisco Martí y Zayas Bazán, tiene sus primeros años de vida y escolares; en 1889 matriculó en el Colegio Escolapio San Calasancio, hasta aprobar el Bachillerato, con nota final de sobresaliente.

Luego matricula en la Universidad de La Habana carrera de Derecho, pero en Cuba, se desencadenaban los procesos de la insurrección liderada por su padre, lo que  lo induce a interrumpir sus estudios, pues la familia  Zayas Bazán, decide abandonar el país, en correspondencia que su esencia burguesa, cuya relevancia los distinguía en el  Camagüey del Siglo XIX.

Así Pepito vuelve con su madre y familia materna a los Estados Unidos, y de ese modo se aleja de un numeroso grupo de amigos que no vacilaron en sumarse a la lucha.

En los Estados Unidos continúa sus estudios en la Universidad de Troy, y allí le sorprende la noticia de la muerte en combate de su padre el 19 de mayo de 1895, contaba entonces con 17 años de edad.

Pepito escapa de la familia que lo atendía y se presenta en la casa del doctor Raimundo Menocal, en busca de la protección del amigo, quien accede, comprendiendo aquella  decisión juvenil próxima a los consejos del padre: “Sé justo”.

Se une a la primera expedición que desde Estados Unidos vino a Cuba, en la cual llega a la zona oriental del país, donde se incorpora a las fuerzas del Lugarteniente General, Calixto García Íñiguez, en calidad de soldado.

El 22 de abril de 1897, como resultado de su conducta como combatiente, Calixto García lo asciende, en la zona de Flores, territorio de Holguín.

Su más brillante acción recogida hasta ahora por los historiadores, lo vinculan a Las Tunas, pues a finales de agosto de 1897, el Mayor General, Lugarteniente, Calixto García Íñiguez, se propone sitiar y atacar la fortaleza militar española radicada en esa localidad, hecho que se produce entre los días del 28 al 30.

Pepito se hallaba “a las órdenes del capitán Portuondo,[1] en la artillería quien disparaba el cañón, mientras el joven le ayudaba a cargar. Bajo una lluvia de balas ambos avanzan, cuando cae Portuondo muerto. Entonces Pepe se hace del arma y, apuntando al polvorín español, dispara logrando que volase por los aires”.

Nuevamente es ascendido por Calixto García, hombre recto y parco, quien de puño y letra escribe en la orden: “Por su heroico comportamiento sirviendo en el cañón en la toma de la ciudad de Tunas de Bayamo[2], (así se denominaba entonces el actual territorio de Las Tunas, debido a que administrativamente estaba dirigida desde aquella ciudad) Agosto 30 de 1897”[3].

Así el hijo del Héroe Nacional de Cuba toma brillante participación en la guerra que su padre organizó, en la cual alcanza el grado de Capitán del Ejército Mambí, a las órdenes del heroico holguinero.

Al concluir la guerra de 1895, José Francisco Martí y Zayas-Bazán, es desconocido prácticamente por las autoridades norteamericanas que intervienen en el país y los politiqueros de la época que le hicieron el juego a la presencia yanqui en la patria amada de José Martí.

Pepito no cuenta con dinero suficiente para continuar los estudios de Derecho en la Universidad de La Habana y acepta un cargo como empleado público en la Aduana.

Logra trabar estrecha y larga amistad con el amigo mexicano de su padre, Gonzalo de Quesada, quien ante la realidad que comienza a padecer Pepito, protesta enérgicamente ante las autoridades cubanas y reclama que sea reincorporado al Ejército, objetivo que se cumple, por lo que José Francisco lleva a cabo una trayectoria militar de mérito y es ascendido a Jefe del Estado Mayor en el Gobierno de José Miguel Gómez, (1909 – 1914), período en el cual escala los grados de Comandante y Coronel, Jefe del Estado Mayor y finaliza su vida militar como General.

Contrario de lo que se ha comentado, mantuvo una conducta apropiada a la época y a las razones de lucha del padre: Al asumir el cargo de Presidente de la República el tirano Gerardo Machado, Pepito manifestó su inconformidad, y, fiel a las enseñanzas del progenitor, escribió y publicó un texto que tituló “Manifiesto a Cuba”.

Después, considerando que no había soluciones y ante la opresión desatada, se incorporó a la lucha en una organización celular y clandestina denominada ABC,  de la cual fue vicepresidente. Este grupo, inicialmente estuvo encaminado a organizar la insurrección contra la dictadura del General Machado y encaminar al país hacia la revolución, pero no fue así, sus líderes abrazaron el gansterismo y lo convirtieron en un partido político alejado de los principios que le dieron origen. Por ese motivo Pepito determinó abandonar la escena política.

El 21 de febrero de 1916, contrae matrimonio con María Teresa Bances Fernández Criado,

quien se convirtió en su fiel compañera, seguidora de los ideales martianos y una luchadora ferviente por la liberación de su Patria. De esa unión no hubo descendencia.

José Francisco Martí y Zayas-Bazán, murió en Ciudad de La Habana el 22 de octubre de 1945, a la edad de 67 años. A pesar contar con un pobre reconocimiento público de parte de las autoridades gubernamentales de la época, contó con los honores correspondientes a su rango de luchador mambí por la independencia nacional, miembro del Ejército, figura política y, en especial, por tratarse del hijo del más grande de los pensadores cubanos.

El sepelio partió desde el Capitolio Nacional con los honores militares correspondientes, hacia la necrópolis de Colón en compañía de una enorme muchedumbre habanera, que lo despidió a nombre de toda Cuba.

 

 



[1] Ruiz de Zárate, Mary; periódico Juventud Rebelde, 28 de enero de 1971.

[2] En la época la región de Bayamo asumía la dirección administrativa del territorio propio y se extendía hacia Las Tunas, (nota del autor)

 

[3] Ruiz de Zárate, Mary; periódico Juventud Rebelde, 28 de enero de 1971.

Barbados 1976: Un crimen sin razones

Barbados 1976: Un crimen sin razones

El máximo responbsale: Luis Posada Carriles... sigue su carril impune 

 

Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu  joecklouis@gmail.com

 

Escuché la noticia cuando estaba en la calle. Sentí en aquel momento una terrible sensación de vacío. Sin que nadie lo expresara en el acto pensé en las ideas salvajes que merodean las mentes de aquellos que profesan tanto odio a la revolución. A la vez pensaba: ¿por qué les resulta tan difícil sentarse frente a frente, discutir sin reservas y entender que el pueblo busca aprehenderse de la revolución?

Las noticias fueron llegando desgranadas y rápidamente   un norte de brújula que indicó que los criminales prepararon todo minuciosamente. Las sombras les sirvieron para ello; también ciertas zonas de América Latina, pero por sobre todo Miami, donde siempre ha estado el Cuartel General.

Freddy Lugo, Hernán Ricardo Losano, Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, salieron a relucir pronto. De una parte, por la eficacia y rapidez con que se movieron las autoridades de las naciones que apoyaron y estaban implicadas en el suceso, sobre todo Barbados, Venezuela y otras naciones, que prestaron inmediata cooperación a Cuba; y también la prensa norteamericana: su radio, su televisión sucia y conspirativa, -  amantes del dinero para subvertir en la nación caribeña -, con sus infames mentiras que han encubierto desde entonces a los autores del crimen.

Nuestro país guarda celosamente grabaciones, fotos, vídeos, donde aparecen aquellos ‘generales arañas’ declarando su éxito de guerra, como gustaba el difunto Orlando Bochs Ávila llenarse la boca calificando de esa forma al acontecimiento, al igual que  el tristemente ilustre terrorista internacional Luis Posada Carriles, quien además, ha dicho que si tuviera la oportunidad de repetir esa abominable, traidora y criminal acción, lo haría de nuevo sin arrepentimiento ni cerrar los ojos, no le temblarían las manos para repetirlo.

Total, para ellos la presencia de aquellos muchachos que ganaron todas las medallas del Campeonato de Esgrima en Venezuela, no eran sino negritas y negritos que apoyaban a Castro. Gente insignificante frente a ellos: los héroes de pacotilla que ganaron así la celebridad del imperio que decidió no detenerlos.

Cuando fueron detenidos, finalmente, lograron el modo monetario de la solidaridad corrupta y vil de los testaferros de Norteamérica y algunos lacayos de Venezuela y Estados Unidos, sobre todo. Posada Carriles salió en escurridiza  escapada y desde entonces anda suelto como gusano en campo libre.

Venezuela revolucionaria tiene un expediente contra el criminal Posada Carriles, quien cubierto como toda escoria de pestes criminales, había servido a los servicios de inteligencia de las dictaduras de aquella nación y le debe al pueblo venezolano buena cuenta, por lo cual es solicitada su extradición, a la cual tampoco quiere acceder Estados Unidos.

Posada, tiene una rica historia anticubana ampliamente difundida por la prensa norteamericana, en especial los periódicos tradicionales que todavía apoyan al tristemente célebre dictador cubano Fulgencio Batista, y a sus seguidores en aquella ciudad del sur de Estados Unidos.

En fin recuerdo con  nitidez aquellos días en que los corazones cubanos y del mundo, se sintieron oprimidos y en los rostros de todos el dolor era único símbolo de unidad y solidaridad ante aquellas 73 personas asesinadas en pleno vuelo.

Siempre pienso que los criminales, acostumbrados a tomarlo todo por la fuerza y la cobardía, bajo torturas, manos sucias, armas en mano, prepotencia, - sobre todo montañas de dinero -, no son capaces de imaginar el dolor ajeno. No son capaces de advertir cómo estarían en aquellos minutos de terror los 73 corazones encerrados en la nave que inexorablemente sabían – luego de las explosiones – era una jaula de muerte. Ellos no son capaces de ponerse en aquel lugar. Para ellos esa era la guerra. Una acción de combate. Lo ha declarado muchas veces Posada Carriles en sus incursiones televisivas, radiales y de prensa escrita de Miami.

Ya uno de ellos- Orlando Bosch Ávila - pasó al lado de los difuntos. Yo creo que eso es lo que busca y piensa el Gobierno de los Estados Unidos, que sabe, ciertamente, que Posada Carriles es un carril de información en su contra, y no lo condenará jamás, esperando a que ‘él solito’, por cuenta propia, con ayuda de las canas y el deterioro del tiempo, se venza a sí mismo,  para convertirse, como el otro en un ilustre difunto de la contrarrevolución cubana en Miami.

Tal vez es así como esperan responder, porque sabemos también que los viles y gusanos temen al recuerdo de las medallas que sobre ellos brillan para recordarles que “cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.  Y, llegarán al cielo, adonde el Cacique  Hatuey no quiso acudir para no estar junto a los injustos que lo asesinaron quemándolo vivo, pero para separarse ellos mismos en un lugar del Infierno aún no descrito, porque Dante no lo pudo ver.

Así pienso, porque lo de Barbados 1976, fue  - como crimen al fin - un abuso sin razones.

Ciclón Flora: Cuba por el desarrollo hidráulico

Ciclón Flora: Cuba por el desarrollo hidráulico

 El Teniente Rigoberto Lacuse, entrevistado por el autor. En la foto, Rafael Lapinell Rivero.

 

 Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu  joecklouis@gmail.com

 Rafael Lastre se llamaba aquel joven que llegó a la emisora CKMX Radio Bayamo, el primero día del ciclón Flora, ofreciendo sus servicios como técnico de comunicaciones, toda vez que llovía intensamente y él podía cooperar en mantener en el aire el transmisor RCA Víctor vetusto y ya carente de piezas.

Traía en sus manos un aparato rectangular que tenía forma de radio receptor, un asa que se movía hacia atrás y adelante y un tirante que permitía colgarle del hombro.

Iba a preguntarle qué cosa era aquello, cuando me dijo:

-          Mira como tú eres periodista, te la presto, así podrás entrevistas y grabar por ahí cosas interesantes, es mi grabadora Philips, de ahora en adelante, es tuya, tómala.

-          Gracias.

Buen uso le dimos Rafael Lapinell Rivero, - uno de mis entrenadores-, y yo.

 I

 El ciclón Flora penetró en el Oriente de Cuba y desbordó con sus fuertes aguaceros de casi una semana intensa la llanura conocida como Valle del Cauto que se concentra bordeando las montañas de la Sierra Maestra entre lis limites de Santiago de Cuba por el este, la Sierra Cristal y el territorio de Holguín por el norte noreste y noroeste con límites hacia el oeste con la provincia de Camagüey, que en su totalidad es completamente llana. Todo ese territorio, como un gran embalse, se llenó de agua.

En la práctica se unieron los ríos Cauto, Cautillo y Bayamo, los más caudalosos de la zona, que unieron su contenido con el mar del sur, en el Golfo de Guacanayabo, que abriga a la ciudad de Manzanillo.

La ciudad de Bayamo, fue declarada Capital de la República en emergencia y el segundo día de inundaciones comenzaron a llegar a su aeropuerto helicópteros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y se sabía que por tierra avanzaban refuerzos, y los principales líderes del Gobierno Revolucionario.

Desde el aire era posible advertir la gran masa de agua y los árboles, las palmas, sobresaliendo su nivel; en la tierra aquello era igual, pero teníamos al alcance de la mano los animales muertos arrastrados por el agua. Bolos de madera, árboles enteros, vacas, chivos, caballos, trozos de viviendas, un camión dislocado y… niños, ancianos, mujeres: hombres.

Recuerdo que en uno de mis viajes a la casa del radioaficionado que me servía de puente con la CMQ Radio, de La Habana,  Armando Soto, este me pidió que esperase que tenía una comunicación importante y debía esperar: el propio Fidel le pedía enlazarlo con el Comandante Armando Acosta, el Capitán Jorge Risquet y otros dirigentes de Oriente y de Bayamo. Informaba que se acercaba a Bayamo, y estaba en medio de las aguas. El día 7, después de atravesar las zonas afectadas de Camagüey, Las Tunas y parte de Holguín, llega a Bayamo se reúne con WILLIAM, Presidente del Poder Local, y comienza las acciones de dirección de la gran operación que duró varias semanas.      

También tuvimos noticias de cómo en su impetuosidad riesgosa, casi pierde la vida cuando el móvil anfibio en que se dirigía a Bayamo, fue volcado prácticamente por el agua y salvado por sus compañeros. El Comandante Juan Almeida Bosque, que estaba en la ciudad Monumento Nacional, dispuso rápidamente de un helicóptero y viajó hacia el lugar, más próximo a Holguín que a Bayamo y lo convenció de la necesidad de que preservase su vida.

Con Rafael Lapinell Rivero, que reportaba para el periódico Revolución, en una camioneta que había conseguido, fui varias veces al aeropuerto, donde de modo incesante iban y venían los helicópteros.

Quería hacer algunas entrevistas. Fue la primera vez que vi de cerca periodistas de otras latitudes: AP, ente ellas y camarógrafos, fotógrafos en masa. Me sentí parte de aquella prensa cuando realmente estaba en mis inicios pioneriles.

El Comandante Raúl Curbelo, al frente del aeródromo, miró el artefacto que traía. Le dijimos lo que era, y le demostramos el funcionamiento. Entonces le explicamos qué queríamos.

En ese momento fue llamado al Puesto de Mando de la instalación. Regresó rápido a decirme que me situara en un lugar donde no fuera visible, pues la orden era enviar a todos los periodistas a fuera y destinarlos a las zonas de peligro.

Cuando aquella orden fue cumplida y después de que vimos una pequeña caravana salir del lugar, Curbelo regresó y pidió que le explicáramos el funcionamiento del equipo. Comprensivo, luego de conocer los detalles de la máquina de grabar, indicó que esperásemos pues vendría el hombre que más salvamentos había realizado: Rigoberto Lacuse.

Joven, de piel oscura, pelo castaño oscuro igual que sus ojos y estatura media, con pausado hablar, recto y a la vez jaranero. Típico cubano responsable. Era teniente y se había propuesto volar todo el tiempo posible y salvar todas las vidas a su alcance. Uno de los fotógrafos captó instantáneas del encuentro que luego aparecieron en Bohemia, y una de ellas me permite ahora el testimonio gráfico.

 II

La Revolución actuó con rapidez. De la experiencia salieron programas vitales, construcción de viviendas, el fortalecimiento de la Defensa Civil, que tiene entre sus misiones preservar vidas humanas en caso de desastres, y se agruparon vecinos que perdieron sus casas en núcleos poblacionales como en el caso de La Flora, comunidad  cercana a Jiguaní y Bayamo, cuyo nombre se deriva de aquellos terribles momentos. Sus vecinos así la calificaron en honor a los muertos en el desastre.

De todo aquello ahora se cumplen 49 años: la primera quincena de  octubre de 1963, fue dolorosa y triste para todo el país. Particularmente para quienes vivimos en el Valle del Cauto, que comienza en los límites de Granma con Santiago de Cuba y se extiendo hasta las riveras del Río Jobabo. Une a las actuales provincias de Granma, Holguín y Las Tunas. Pero el meteoro afectó también las zonas de Camagüey, también sumamente llanas.

En solo unas horas ente los días del 3 al 7 de octubre, las aguas de los ríos situados en esa zona, (Cauto, Cautillo, Bayamo y otros de menor caudal) se unieron a las aguas del Golfo de Guacanayabo situado en el sur de la provincia de Granma. Territorios de  Las Tunas estaban sumergidos en aguas durante esos días. Faltaron todos los recursos: la electricidad, las comunicaciones, la transportación se afectó fuertemente. El gobierno revolucionario con Fidel al frente, se trasladó a Bayamo y desde allí dirigió las operaciones de salvamento de ciudadanos apresados por las aguas en todos los territorios aledaños. Pero no fue posible evitar la pérdida millonaria de sembrados, ganado, y lo que fue peor: más de 2000 ciudadanos: Varios días fueron declarados de luto nacional.

De aquella catástrofe, - una de las más terribles en medio siglo - , la revolución cubana extrajo la lección de experiencia natural y surgió un programa que conocemos como Voluntad Hidráulica: se trazaron entonces  las políticas del país para evitar desastres como aquel, conteniendo la furia de las aguas: era preciso almacenarlas. Desde entonces se construyeron cientos de presas, micro presas y embalses en toda la nación.

Hoy, para darle continuidad a esa idea, el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba y su Primera Conferencia Nacional,  han orientado cuatro lineamientos que indican políticas y objetivos a cumplir.

Se trata de establecer instrumentos de planificación; inversiones a largo alcance, programa priorizado para rehabilitar redes hidráulicas, acueductos y alcantarillados y continuar luchando por propiciar una cultura del ahorro de agua.

Estas perspectivas emprendidas desde 1965, devueltas a la actualización, permiten que en Cuba no se produzcan nuevos desastres como “El Flora”. Aunque sea necesario crear cultura de ahorro del líquido y conciencia de que se agota a nivel mundial avizorando riesgosas conflagraciones.

Ignoro donde estará ahora Rafael Lastre. Su equipo me fue útil. Hizo historia. Abrió mis sendas al periodismo.

Encuentro con el Ernetista más grande del mundo

Encuentro con el Ernetista más grande del mundo

 Arquitecto Don Ernesto Guevara Lynch, padre del Che Guevara,

 (foto de la época)

 

 Joel Lachataignerais Popa jlpopa@enet.cu  joecklouis@gmail.com

 

Fue un día cálido en fecha que no he podido precisar. Había soledad en “El Yarey” de Jiguaní, Bayamo; donde funcionaba por entonces la Oficina del Delegado del Buró Político del Partido Comunista de Cuba en  El Puesto de Mando de la Agricultura de la entonces provincia cubana de Oriente.

Como en otras oportunidades había recibido instrucciones del Comandante Juan Almeida, de preparar condiciones para una visita. Por lo precisado se podía suponer que era alguien especial, y aunque sabíamos siempre con antelación quienes vendrían a visitarnos, esta fue una de aquellas ocasiones en que no se adelantó nada.

Él llegó con su sonrisa de siempre. Un aire juvenil, como de fiesta. Sentía alegría. Se le notaba. Andaba de civil. Traía la camisa blanca de mangas largas doblada a la altura de los codos, como solía hacerlo, con cierta modesta y sencilla elegancia de hombre de pueblo; puedo asegurar que se veía bien en ese atuendo.

Detrás, aquel hombre ya entrado en canas, con sus espejuelos acariciándole el rostro y tras la firmeza de carácter, se le advertía una suerte de emoción que en el momento no pude medir, sino en el tiempo.

El Jefe nos presentó al visitante. Habían llegado adelantados a la hora en que nos dijo por teléfono en un principio. Por ello estábamos conversando con varias personas que esperaban para despachar con él,  algunos oficinistas, la recepcionista y yo.

-          ¿No lo conocen? Él es el padre del Che: don Ernesto Guevara Lynch.

Claro que al verlo pudimos identificar su imagen, aunque muy pocas veces se le había visto en la prensa.

-          Estoy con mucho gusto -dijo levemente Guevara Lynch y se acomodó en uno de los butacones del antedespacho del Delegado del Buró Político.

Entraron con el Comandante las personas que debían intercambiar con él asuntos de diversa índole. Él era muy rápido, concreto, objetivo, preciso en las reuniones y despachos; fue así que, muy pronto culminó.

Sin embargo, cada vez que recuerdo aquellos minutos no me parecen cincuenta, sino horas por la significación del breve intercambio surgido.

-          Estoy de visita en Cuba. Ando detrás de aquellos que fueron los compañeros de mi hijo Ernesto. Quiero entrevistarlos y saber más sobre ellos y sus relaciones con Ernesto- nos dijo.

Brevemente contó, atendiendo a una pregunta, cómo era aquel niño:

-          Era un ser normal. Como a todos los niños le gustaba correr, jugar a todo lo que los niños juegan, pero tenía cosas muy particulares que eran suyas solamente. Era muy buen amigo y solidario y tenía un natural concepto del deber y observé siempre cómo con esa misma naturaleza enfrentaba su dificultad con el asma. Su mamá lo regañaba y yo – que veía que a él eso no le fatigaba -, pedía que lo dejara tranquilo, pues tal vez ese comportamiento le podría ser útil… Tenía mucha energía y una profunda voluntad desde muy pequeño y un carácter formado para lo que llegó a ser.

El teléfono sonó. Respondo. Solicito información y la trasmito. Al hablar con el Jefe me indica anunciarle al visitante que en breve será llamado. Entonces como para dejar concluido el dialogo, dijo una frase que nunca he olvidado. La vi después en un periódico, pero está impresa en mi memoria desde aquel día en su presencia y voz:

-          Si yo no fuera el padre de Ernestito, yo sería el Ernestista más grande del mundo.

 Casi enseguida por el intercomunicador llamaron a pasar al padre del Guerrillero Heroico. Algunas de las ideas expresadas allí aparecieron luego en “Mi hijo el Che”. Muchas veces he recordado este momento y otro vivido anteriormente junto a Ramón Cienfuegos, el padre de Camilo.

Dirigía el tabloide semanario del Partido Comunista de Cuba en Bayamo, Combatientes de Cauto, y había pedido al periodista Raciel Pérez entrevistar al padre de Camilo Cienfuegos.

Nos habló con cálida emoción del hijo admirado. Fuego se advertía detrás de los redondos cristales de sus espejuelos.

Contó anécdotas ya conocidas, y ratificó la fortaleza del carácter de Camilo. Dijo que su temple venía de su propia vocación, de lo hondo del niño que era, aún ya mayor.

-          Estoy seguro de que Camilo estaría aquí hoy junto a nosotros y junto a Fidel. Continuando la lucha. En la continuidad de aquella fidelidad que lo vinculó a Fidel y al Che.

De este otro encuentro recuerdo también el amor sencillo y modesto del padre, y como en el encuentro con el ‘viejo’ Ernesto Guevara, frases firmes e inolvidables:

-          Camilo era mucho Camilo. Siempre supe que él iba a ser muy seguro de sí mismo y eso me hace sentir orgulloso de él. Él estaría aquí, como el Che, porque le enseñamos la fidelidad y sabría defender lo único defendible, porque es claro: el socialismo es el futuro y él, lo sabía.

La vida me trajo esas privilegiadas páginas que de improntas únicas subrayan mi condición de cubano revolucionario.