LAS BANDERAS ALZADAS POR LA CONCORDIA
- Como en toda Cuba, aquel diciembre de 1961, en Bayamo y en Las Tunas, emergieron para siempre, las banderas alzadas por la concordia
Por: Joel Lachataignerais Popa
jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
Diciembre de 1961 fue un mes de emociones en todo el país. De un lado al otro se sucedieron los actos para izar las banderas de la alfabetización en cada barrio, ciudad, municipio, pueblitos, caseríos…montañas, lomas, valles, llanuras. Con las mochilas listas estábamos en mi casa de Bayamo aquel 16 de diciembre. Era mi cumpleaños, pero lo más importante era la convocatoria para esa noche, a las nueve, en la Plaza de Rabí, situada en el mismo espacio donde en 1868 se cantó por primera vez el Himno Nacional. Blas, el muchacho de Guayos, en Santa Clara; Douglas, aquel flaco de Guanabacoa en La Habana; Carlos, el más joven de todos con sus 13 años, había venido de Cifuentes, en el centro del país y Marta, la habanera hija de un ministro del Gobierno Revolucionario, también integrante de mi equipo, acompañaron a mi familia en aquel acto. Había mucha satisfacción y orgullo en mi padre, Luis Felipe, maestro que entonces llevaba más de veinte años dedicado a las aulas y un sinfín de destellos en los ojos de mi mamá, Zenaida, quien no cesaba en aconsejar el cuidado en la distancia capitalina a los dos brigadistas de la familia, mi hermano Edel y yo. Isel y Dubel, las hermanas más pequeñas, que no fueron a alfabetizar, nos miraban con cariño y admiración. Este es el retrato popular del momento. Los padres con sus hijas e Hijos, los abuelos y bisabuelos, los tíos y las tías…. A las cinco de la tarde en otra plaza, pero de la ciudad de Las Tunas, ocurría algo similar. La muchedumbre aglomerada ante la tribuna. En el pueblo los protagonistas, nombres y apellidos hechos raíces en la ciudad de El Cucalambé, rodeaban, junto al pueblo, el sitio donde el orador celebraría el suceso. Tras el ejemplo de la ejemplar pedagoga que se eternizó en las aulas, Rita Orozco, estaban allí, entre otros los singulares nombres de Patria Ibarra y Genoveva García, inolvidables maestras de generaciones, Pedro Verdecie, martiano por excelencia; los profesores, Rafael Gamboa y Antonio Barciela, agudos y recordados promotores de aquella Campaña en Las Tunas; y otros que como ellos, prodigaron ejemplo a los que se fueron cartilla, manual y farol en las manos: Imprescindibles de siempre, héroes del honor y la virtud. En los dos actos habló un hombre generoso salido de las filas humildes, fallecido a mediados de este 2009: el Comandante Armando Acosta Cordero, para entonces Primer Secretario del Comité Provincial del Partido Unido de la Revolución[1] Socialista en Oriente.. No dudo que los dos discursos contendrían ideas similares, diferenciadas solamente por el lugar y las cifras. Fue un reconocimiento, en primer lugar al pueblo, que cerró filas ante el llamado de la Revolución, para entregar la sangre de Conrado Benítez, quien ya antes de iniciarse la gran batalla, se encontraba enseñando a leer y a escribir y fue víctima de los bandidos mercenarios que quisieron atemorizar, para evitar el combate por la cultura. Fue un elogio los a maestros, que dijeron presente para ser los guías e instructores de quienes - casi niños – subieron lomas, trajinaron llanuras, se hicieron mujeres y hombres de estos tiempos. Como en toda Cuba, aquel diciembre de 1961, en Bayamo y en Las Tunas, emergieron para siempre, las banderas alzadas por la concordia. [1] El Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS) constituido entre 1961 y 1962, fue la formación Política posterior a las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), de cuyas filas surge el actual Partido Comunista de Cuba, (PCC), constituido el 3 de octubre de 1965; el PURSC nace a raíz de la invasión mercenaria de Playa Girón, denominada también Bahía de Cochinos.
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