A LA MEMORIA DEL DELEGADO DEL PODER POPULAR PEDRO CUTIÑO.

Por: Joel Lachataignerais Popa

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Cuando se eligieron en Cuba los primeros delegados del Poder Popular, me encontraba cumpliendo misión internacionalista. Entonces en mi circunscripción fue electo un veterano de luchas sociales de mi zona: Ibrahim Borroto.

Con el viejo Borroto se avanzó hacia una nueva etapa, de la cual fui partícipe de todo el proceso en que  elegimos como delegado a Pedro Cutiño, que se erigió como un paradigma de esos que Fidel anuncia constantemente en la idea de que en las masas hay potencialidades ilimitadas de cuadros revolucionarios.

Cutiño era un entusiasta joven vecino del denominado Barrio de México de Las Tunas, allí pegado al cementerio Vicente García, donde una familia se asentó antaño y, dándole connotación a las canciones y rancheras del México Legendario y Bravío, dieron vida al apodado Méjico, donde una vez, el mismo Bárbaro del Ritmo se fue – bohemio al fin – a intercambiar voces con aquellos vecinos.

Pues bien, Pedro Cutiño no era un orador de palabras del diccionario, él era un ciudadano más: modesto sencillo, humilde, ciudadano de sangre obrera, que tenía metido en las venas la revolución con su esencia de futuro. Por eso en tres oportunidades fue electo delegado. Aunque es bueno señalar que fue beneficiado por una época en que el país contaba con fértiles relaciones económicas internacionales que permitían frenar de cierto modo el bloqueo y en el orden nacional había mejor solvencia.

Pedro es ejemplo de delegado: Allí en su zona hay recuerdos palpables que son su  monumento: Todos los que se le acercaron lograron tener una repuesta concreta: Recuerdo aquella convocatoria a buscar cemento, cargarlo y hacerlo trabajar para que las calles pudieran tener aceras.

De lo que se trata ahora, es de buscar los Pedro Cutiño de este momento. Estoy convenido de que allí están y de que amén de las diferencias de etapas objetivas, el nuevo Pedro Cutiño, podrán hacer también su historia. El barrio los tiene.