CADA CUBANO ESTÁ DISPUESTO A LLEVAR CONSIGO TODO EL DECORO POSIBLE
Por: Joel Lachataignerais Popa
jlpopa@enet.cu joecklouis@gmail.com
En esa marcha humana que desfiló todas las calles de Cuba, estaba presente la dignidad. Siendo parte de esa masa tremenda, combativa y alegre, sentí el orgullo de ser parte suya, pero además, me vino a la memoria aquella frase del artículo de José martí publicado en “La Edad de Oro”, Tres Héroes, donde el Apóstol dice:
“En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres son sagrados”[1]
De entonces acá van 121 años de distancia. Sin embargo, lo que se dice, tal parece una reflexión escrita hoy mismo.
Al analizarla como la recordaba en el desfile, nos dice que es necesario que en el mundo exista cierta cantidad de decoro; es decir pundonor, respetabilidad, caballerosidad, orgullo, pero sano orgullo, humano orgullo, solidario orgullo, benigno orgullo, honorabilidad, recato.
Pero apreciando que no siempre es posible, Martí observa que cuando falta alguien con decoro, como esos que lanzan los pueblos a las guerras, o acusan a los más débiles de causas inexistentes, que asesinan y roban, que se enmascaran en otros para buscar sus objetivos, ante este tipo de seres humanos, alguno que es capaz de guardar en sí mismo todo el decoro que aquellos le falta. Así mismo sucede con los pueblos.
Es preciso mirar derredor nuestro para encontrarlos, para ver unos y otros de estos hombres. Se necesita percatarse de que estos hombres que guardan en sí todo lo que a otros falta, son los que abrazan las causas justas, se ponen al frente de esas causas y de los pueblos y conducen hacia la dignidad. Se rebelan con fuerza para defender el decoro de los demás.
Entonces. Dice Martí, que en esos hombres con el decoro de todos los demás, van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana y entonces los califica de hombres sagrados.
En eso pensaba en el desfile. Y me decía que allí estaban todos esos hombres que los pueblos han tenido desde siempre. Estaba Lincoln, por ejemplo, estaban Martin Luther King, Malcom X, Benito Juárez, Simón Bolívar, Francisco Miranda, el Padre Hidalgo, San Martin y Bernardo Ohiggins, Carlos Manuel de Céspedes e Ignacio Agramonte, Antonio Maceo y el propio José Martí… Ho Chi Minh, Salvador Allende, Fabricio Ojeda, Augusto César Sandino, y esa pléyade juvenil que abrió Mella en 1925 y se cierra con Camilo Cienfuegos, El Che, Raúl y Fidel Castro Ruz, y toda la generación del Centenario y que llega a nosotros que marchábamos con todos ellos.
Lázaro Peña, entre aquellos, era un cuerpo presente. Le recuerdo con su ronca y pequeña voz, pero a la vez seductora, influyente e inteligente palabra precisa; él trasmitía seguridad, valentía y decisión en sus análisis, y era – es - líder de profunda condición. Aquel mar de mujeres y hombres que desfiló en toda Cuba este primero de Mayo, la viva representación de un pueblo que lleva consigo la dignidad de todos los pueblos. El cubano es un pueblo de esa valía. El que comprende que “En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz”. Por eso cada cubano está dispuesto a llevar consigo todo el decoro posible para verter sobre los demás, cierta cantidad de luz. Toda la que se necesite para alumbrar ciertos lugares del mundo.
[1] José Martí, “Tres héroes”. La Edad de Oro. No. 1. Nueva York, julio de 1889. OC. 18:305. Obras Completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1964.
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endel pernia -
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